El emir de Kuwait, el jeque Sabah al Ahmed, considerado el artífice de la política exterior kuwaití moderna, falleció hoy a los 91 años, anunció el palacio real sin detallar las causas de su muerte ni el país donde ocurrió.
"Con gran tristeza y dolor lloramos (…) la muerte del jeque Sabah al-Ahmad al-Sabah", declaró el jeque Ali Jarrah al-Sabah, ministro a cargo de los asuntos reales en una grabación difundida por televisión.
La televisión kuwaití interrumpió su programación y transmitió versículos del Corán incluso antes del anuncio oficial.
"Rezamos a Dios todopoderoso para que el fallecido se vea cubierto por su misericordia y viva en su amplitud", agregó, citado por la cadena de noticias Al Jazeera.
El jefe de Estado kuwaití fue trasladado a finales de julio a Estados Unidos para recibir tratamiento médico después de someterse en su país a una cirugía no especificada, por lo que debió delegar "temporalmente" parte de sus poderes al príncipe heredero, el jeque Nauaf Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah.
Su medio hermano, de 83 años, será quien lo sucederá y conservará la mayor parte del poder del pequeño país del Golfo, incluido el derecho a nombrar al Gobierno, pese a que Kuwait tiene uno de los parlamentos más activos del mundo árabe.
Sabah al Ahmed ya había sido intervenido quirúrgicamente en varias oportunidades. En 2000 le fue colocado un marcapasos cardíaco, dos años más tarde se le extirpó el apéndice, y en 2007 fue sometido a una cirugía de las vías urinarias en Estados Unidos.
En septiembre de 2019, el emir se realizó exámenes médicos tras llegar a Estados Unidos, lo que provocó la postergación y luego la anulación de una reunión con el presidente estadounidense, Donald Trump.
Su hospitalización en julio pasado precedió a la del rey Salmán de Arabia Saudita, de 84 años, quien abandonó el hospital luego de la remoción de la vesícula biliar, tras pasar internado allí 10 días.
No quedó claro si Sabah al Ahmed se encontraba en Estados Unidos o en Kuwait al momento de su muerte.
El jeque kuwaití ocupó varios varios cargos importantes en el Gobierno de su país, hasta que en 2006 fue designado príncipe heredero por consenso de la familia gobernante que lo eligió para el cargo a causa de su popularidad en el seno de la misma.
Desde entonces supo posicionarse estratégicamente y convertirse en un gran aliado de Estados Unidos y Arabia Saudita, al tiempo que mantuvo buenas relaciones con el archirrival de este último, Irán.