La difusión de videos en los que se ve a empleados del Gobierno conservador australiano protagonizando actos sexuales en el Parlamento, uno de ellos masturbándose en la oficina de una diputada, afecta nuevamente al Ejecutivo, golpeado últimamente por otros escándalos de la misma naturaleza.
El primer ministro conservador Scott Morrison calificó los hechos de "escandalosos".
Los videos y las fotos, que se compartieron en un chat grupal entre empleados del Gobierno conservador antes de ser filtrados por un denunciante, fueron revelados por primera vez anoche por el periódico The Australian y Channel 10.
Las imágenes desataron revuelo, sobre todo porque llegan precedidos por una serie de casos que empañan las esferas políticas australianas y que derivaron en protestas en todo el país, entre ellas contra la gestión de la pandemia de coronavirus, con marchas anticuarentena.
El denunciante, identificado solo como Tom, afirmó a los dos medios de comunicación que empleados del Gobierno y diputados usaban a veces la sala de oración del Parlamento para mantener relaciones sexuales y que habían traído a prostitutas al edificio "para el placer de los diputados de la coalición".
También, explicó que un grupo de empleados intercambiaba fotos pornográficas de ellos mismos y que él recibió tantas que se había "vuelto inmune".
Habló de una "cultura de hombres que creen que pueden hacer lo que quieren" y aunque estima que los empleados probablemente no hayan violado ninguna ley, "moralmente, están acabados".
Ya fue despedido un consejero y el Gobierno prometió tomar más medidas.
La ministra de la Mujer, Marise Payne, quien también es titular de la cartera de Relaciones Exteriores, declaró a los medios de comunicación que las revelaciones son "más que decepcionantes" y refuerzan la necesidad de la investigación ordenada por el Gobierno sobre la cultura del lugar del trabajo en el Parlamento.
Muchas voces denuncian la cultura sexista de la clase política australiana, en casos de acoso contra mujeres.
A mediados de marzo, decenas de miles de personas participaron en una campaña de manifestaciones llamada "#March4Justice" (Marcha por la justicia) para denunciar la violencia sexual y exigir la igualdad de género.
La ministra de Industria, Karen Andrews, dijo que estaba "completamente harta" del sexismo y añadió que su "conciencia no le permitía callarse más" y declaró a la prensa en Canberra que el Partido Liberal en el poder, al que ella pertenece, debería considerar cuotas para los puestos.