Bajo un sol radiante, el papa Francisco llegó ayer a la Plaza de San Pedro del Vaticano en el ‘papamóvil‘ descubierto, para recorrerla entre los fieles antes de comenzar la misa solemne de inicio de su pontificado.
Ante una multitud de emocionados seguidores de todo el mundo, el pontífice entró en la plaza vaticana a las 8.50 horas local (04.50 de Argentina) en un jeep blanco, en medio de los aplausos y viva de los miles de fieles presentes y el ondear de cientos de banderas, entre ellas muchas argentinas, y pancartas de movimientos eclesiales y otras de bienvenida, como ‘Estamos contigo‘.
El papa Francisco, al que se vio muy sonriente y feliz, no dudó en besar a niños pequeños que acercaron sus padres, e incluso bajar del papamóvil para saludar a un discapacitado. En el jeep lo acompañaron el segundo secretario particular del Papa emérito Benedicto XVI, Alfred Xuareb, que será uno de sus secretarios, y el nuevo mayordomo, Sandro Mariotti.
El Papa recorrió la Plaza de San Pedro en un jeep blanco abierto, abandonando el Papamóvil a prueba de balas usado frecuentemente por Benedicto XVI. Se detuvo en varias ocasiones para saludar a algunas de las cientos de miles de personas reunidas en la plaza.
‘Desde las tres de la mañana llevo aquí sentado‘, comentó un fotógrafo apostado sobre la baranda superior del brazo de Carlo Magno de la columnata de San Pedro. Los aplausos anunciaron la llegada de Francisco y se le pudo ver recorriendo la plaza a bordo de un jeep, saludando a los congregados, hasta que con un ademán de la mano pidió que se detuviera el vehículo para poder bajar.
‘¡Ha bajado, se ha bajado‘, gritaban algunos miembros de protección civil italianos. El Papa se bajó de la movilidad para acercarse a un joven discapacitado sostenido por sus familiares, al que abrazó con gran cariño. Francisco también bendijo a varios bebés en brazos de sus padres entre la multitud, fiel al estilo cercano que ha venido demostrando desde que fue elegido el pasado día 13.
La gente había estado acudiendo al lugar y a las calles de alrededor desde antes del amanecer. ‘Somos de Argentina y queríamos estar hoy aquí porque el papa Francisco es de nuestra ciudad. Nos enorgulleció mucho su elección. Viajamos por la noche para poder estar aquí hoy‘, dijo Cirigliano Valetín, un electricista de 51 años que trabaja en Salerno, en el sur de Italia.
‘Es una persona sencilla, humilde, no es como los papas intocables‘, afirmó Valetín, que es de Buenos Aires. Muchos jefes de Estado, así como líderes de otras religiones, estaban entre las delegaciones.
Pese a que la ceremonia principal estaba programada para las 09.30 hora local, el miedo a quedarse sin sitio hizo que el goteo de fieles y peregrinos fuera constante. A la hora en que salió el Papa, la plaza estaba ya repleta de personas que coreaban su nombre y aplaudían a su paso.

