Josef Fritzl sabrá hoy si es declarado culpable o inocente en el proceso que se le sigue por haber encerrado y violado durante veinticuatro años a su hija y si su confesión de ayer, en la que asumió la autoría de todos los cargos,le servirá para atenuar una pena que puede ser de hasta cadena perpetua.
Su inesperada admisión de todos los delitos que se le imputan, incluidos asesinato por omisión de socorro y esclavitud y de los que el lunes se declaró no culpable, podría servirle para lograr una pena menos severa, si es encontrado culpable.
A Fritzl se lo juzga por ocho cargos: asesinato, esclavitud, violación, coacción grave, privación de libertad e incesto. La primera de las acusaciones puede conllevar una pena de hasta cadena perpetua y se refiere a su presunta responsabilidad en la muerte en 1996 de uno de los siete hijos que tuvo con su hija Elisabeth en el sótano de su vivienda y al que, según la Fiscalía, negó ayuda médica, pese a sus evidentes problemas de salud.
Una vez emitido el veredicto, el jurado y los magistrados acordarán la sentencia que se impondrá.
Perfil criminal
Intelectualmente dotado, pero con una tremenda ansia de poder y discapacitado emocional: así fue descrito ayer Josef Fritzl por la perito psiquiatra ante el tribunal que lo juzga. La profesional Adelheid Kastner, dejó claro que el acusado sufre una grave alteración de la personalidad que se manifiesta en un "gigantesco deseo de poder" originado en los malos tratos que Fritzl recibió de pequeño. La experta aclaró que en la patología de Fritzl el elemento sexual es secundario ya que sus exigencias esenciales se refieren "al poder, al dominio y al control" hasta poder decir de alguien "me pertenece". Un alguien que Fritzl concretó conscientemente en su tercera hija, Elisabeth, a la que consideraba cabezota y a la que se propuso dominar.
