El Costa Concordia, el buque que encalló en enero de 2012 en aguas de la Isla italiana de Giglio causando la muerte de 32 personas, concluyó ayer su último viaje con la llegada al puerto de Génova, donde se prepara ya para su desguace. ‘Hoy no es un día de fiesta porque no hay que olvidar a las 32 personas que murieron en la tragedia del Concordia y a la otra que falleció después, en las labores de reflote‘, afirmó el primer ministro italiano, Matteo Renzi, a su llegada al puerto de Génova, en el norte de Italia.

Le quedan pocos meses de vida a este crucero en el que un día el lujo inundó los pasillos, pero que ahora es solamente ruina.

En la embarcación llegó al astillero de Prà Voltri de Génova, donde permanecerá los próximos cuatro meses.

Lo hizo arrastrada por dos remolcadores y acompañada de otras 12 naves de supervisión. Tras su llegada al puerto, los responsables del proyecto del Concordia procedieron a su amarre, un proceso que duró cerca de cuatro horas. Tras el naufragio frente a la isla de Giglio, el barco de 290 metros de eslora y 114.000 toneladas de peso fue recuperado del mar y remolcado por el Mediterráneo durante cuatro días, en una operación sin precedentes que costó unos 1.500 millones de euros. En su lugar de amarre los trabajadores genoveses retirarán todo tipo de mobiliario que no sea metálico, previsiblemente hasta finales de año. Después, el Concordia será trasladado al astillero de Sampierdarena, siempre dentro del puerto de Génova, donde será desguazado.