Tras más de nueve horas de fuego ininterrumpido, y pese a los esfuerzos de los cientos de bombero que trabajan en el lugar, el edificio de Londres aún arde y el barrio ya está cubierto por una densa y negra capa de cenizas. Los vecinos que circulan por la zona llevan puestas barbijos para evitar mayores inconvenientes y los que se animan a contar su historia lo hacen.

 

Como Hanan Wahabi, una de las vecinas, que contó que aún no nade qué ocurrió con su hermano, su cuñada y sus sobrinos: "La última que los vi, agitaban los brazos desde la ventana".

 

Esta mujer de 39 años, que vivía en el noveno piso, fue despertada cerca de la una de la madrugada por la humareda. "Vi cenizas entrar por la ventana del salón, que había quedado abierta. Miré hacia fuera y vi cómo las llamas se elevaban hasta la ventana. La cerré rápidamente y salí", relata. Huyó acompañada por su marido, su hijo de 16 años y su hija de 8.

 

En pijama, ataviada con su velo y envuelta en una manta, Hanan logró poner a salvo a su familia y refugiarse en una sala puesta a disposición por las autoridades para albergar a los supervivientes. Pero está terriblemente preocupada por su hermano, Abdelaziz El-Wahabi, que desde hace casi 16 años vivía en el piso 21 de esta torre construida en 1974.

 

"Llamé a mi hermano en cuanto salí para saber si estaba bien. El fuego no había llegado aún hasta lo alto del inmueble. Me dijo que iban a bajar. Luego nos volvimos a llamar y me dijo que había demasiada humareda", explica Hanan.

 

 

"La última vez que lo vi, agitaba los brazos desde la ventana con su mujer y sus hijos. Luego volví a hablar con su mujer por teléfono mientras él hablaba con los bomberos. Eso fue hacia las 2 de la madrugada. Desde entonces estoy sin noticias, el teléfono se cortó", dice desolada.

Mickey es otra de las personas que vive allí y a la cadena BBC dice: "Empecé a oler plástico quemado, entonces me puse a revisar los enchufes de la casa. Pero no encontré nada. Entonces fui a la cocina, me prendí un cigarrillo, abrí la ventana y escuché a alguien gritar: ‘Se está haciendo más grande’. Entonces ahí abrí la puerta de entrada y vi todo el humo y las voces de los vecinos y levanté a mi novia para evacuar. Fue una pesadilla, como una película de terror".

 

Según Hanan Wahabi, la torre acababa de ser renovada hace un año, especialmente las ventanas y el sistema de calefacción. "Me temo que el material utilizado haya empeorado las cosas", dice antes de señalar con un dedo su garganta. "La humareda hace mucho daño, aún me duele".

 

Nassima Boutrig, que vive enfrente, dijo que la habían despertado las sirenas y una humareda tan densa que también había llenado su casa. "Vimos a la gente gritar", dijo. "Mucha gente decía ‘Ayuda, ayuda, ayuda’. La brigada de bomberos sólo pudo ayudar abajo. El fuego subía, subía. No podían parar el fuego".

 

Eddie, de 55 años, estaba en el piso 16 cuando la alarma de incendio de sus vecinos se activó. "Pensé que estaban cocinando", relata.

 

Pero entonces escuchó a la gente gritar "¡Fuego, fuego!", abrió la puerta y vio "cantidad de humo entrar" en su apartamento. "Mi vecino del quinto me llamó y me dijo: ‘Rápido, sal de ahí’. Me envolví una toalla en la cabeza, bajé las escaleras y busqué la puerta de salida de socorro", asegura.

 

"No la encontré, pero un bombero me sacó hacia la salida. Cinco segundos más y ya estaba muerto. No se veía nada".

 

Eddie está contento de haberse salvado pero también indignado. Hace un tiempo escribió en un blog si sería necesario "un incendio catastrófico para que esta gente sea considerada responsable", en alusión a quienes alquilan las viviendas.

 

Una sobrecarga de la red eléctrica "casi nos hace arder hasta matarnos" en 2013, decía en su blog, en el que habla de un "asesinato en masa" en gestación.

 

Otro residente de la torre de viviendas sociales, Abdul Hamid, de 50 años, indica que debía viajar a Arabia Saudí para efectuar su peregrinación a la Meca. "Estoy bien, pero ya no me queda nada, ni pasaporte, ni casa".