Luego de la sorpresiva renuncia del Papa Benedicto XVI, el Vaticano pondrá en marcha una serie de mecanismos para elegir a su sucesor.
Todos los pasos están estipulados. El próximo 28 de febrero a las 20, hora de Roma, comenzará el período de Sede Vacante –que es el tiempo que transcurre desde que un Papa muere o renuncia, como en este caso, hasta que se elige a un nuevo Sumo Pontífice-.
Entonces, el gobierno de la Iglesia Católica quedará en manos del Colegio Cardenalicio, que actualmente está conformado por 183 purpurados de todo el mundo. Entre 15 y 20 días después de que se efectivice la renuncia (el 28 de febrero), se convocará a un cónclave en el que los cardenales elegirán al próximo Papa.
Sólo los cardenales menores de 80 años podrán elegir al nuevo Pontífice, los demás podrán participar en las reuniones preparatorias y ser elegidos (pero no votar).
El cónclave
El cónclave se llevará a cabo en la Capilla Sixtina y se realizará en el más estricto secreto. La seguridad de los votantes es una de las claves en este proceso: los cardenales son trasladados desde la Casa de la Santa Marta hasta la Capilla Sixtina en un micro con vidrios blindados. El aislamiento es fundamental: se controla que no se ingresen grabadores, celulares, cámaras u otros elementos que pongan en riesgo el secreto de la votación.
El voto de los cardenales. Como no hay candidatos -aunque sí favoritos-, cada elector vota por el cardenal que prefiera. El sufragio se realiza a través de un papel escrito con la letra más ilegible posible, para evitar que se reconozca su autor. Al introducir el voto, cada cardenal realiza un juramento: "Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido", deben decir en voz alta.
Una vez que todos votaron, los papeles (que en la mitad superior llevan la leyenda "eligo in Summum Pontificem") se revuelven antes de iniciar el recuento. Posteriormente, se colocan uno por uno en un recipiente vacío. Se suman los votos que acumula cada nombre y se van anotando en una lista.
El sistema utiliza métodos tradicionales, pero que aseguran la transparencia: a medida que los papeles se van leyendo, se perforan con una aguja en el punto en que se encuentra la palabra "Elijo".
Luego, se encadenan con un hilo, para que puedan conservarse con mayor seguridad. Al finalizar la lectura, se atan los extremos con un nudo y así unidos se colocan sobre una mesa.
Para ser elegido Papa, el candidato debe obtener dos tercios de los votos. De ocurrir así, los electores abandonan inmediatamente la Capilla Sixtina, previa quema de los papeles. En junio de 2007, Benedicto XVI reformó la normativa para la votación de un nuevo Papa y dispuso que en todas las votaciones, el ganador debe obtener los dos tercios de los votos de los cardenales electores (previo a la reforma, existía la posibilidad de pasar a mayoría simpre luego de 33 votaciones consecutivas sin resultado).
El anuncio
Mientras se celebra el cónclave, en la Plaza de San Pedro los fieles siguen los resultados de la votación. La clave es el color de la famosa "fumata", el humo que sale de una pared lateral de la Capilla Sixtina.
Si la "fumata" es negra (se mezclan los papeles con paja húmeda) quiere decir que los cardenales no llegaron a un acuerdo y se sigue intentando elegir al nuevo Pontífice. El blanco, en cambio, es la señal de que la Iglesia Católica ya tiene nuevo líder.
Una vez designado al nuevo Papa, el Pontífice deberá elegir con qué nombre desea ejercer su Papado. Tras esto, todos los cardenales se arrodillarán ante el nuevo Santo Padre.