El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, enfrentaba ayer una nueva ola de condena internacional luego de haber sido reelegido en comicios denunciados por sus críticos como una "farsa" para legitimar un régimen autocrático.
Maduro, un exchofer de autobús de 55 años, se impuso con comodidad a dos rivales poco reconocidos debido a la ausencia de las principales figuras opositoras en los comicios, la prohibición contra algunos partidos y ayudado por la entrega de alimentos subsidiados y bonos.
Las autoridades ofrecieron ayer un segundo boletín de resultados con el 98,78 por ciento de los votos escrutados, de los que Maduro obtuvo 6,1 millones de boletas. La participación según el tribunal electoral fue de 46,02 por ciento.
La participación en las elecciones fue la menor en más de dos décadas, según el encuestador Félix Seijas, y Maduro obtuvo 1,3 millones de votos menos que en los comicios anteriores en 2013.
Sus dos contrincantes, el exgobernador Henri Falcón y el pastor evangélico Javier Bertucci criticaron los resultados, denunciaron irregularidades y pidieron nuevas elecciones.
"¡La revolución llegó para quedarse!", exclamó un exultante Maduro después de haber sido declarado vencedor, ante miles de seguidores que festejaban y bailaban junto al palacio presidencial de Miraflores en Caracas, cantando "Vamos Nico".
Varios países han dicho que no reconocen los resultados de las elecciones, incluyendo a Estados Unidos, que informó que estudiaba nuevas sanciones sobre el vital sector petrolero. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aplicó ayer nuevas sanciones económicas sobre Venezuela, en un decreto que prohíbe a los ciudadanos estadounidenses participar en ventas de cuentas por cobrar relacionadas con el petróleo y otros activos.
En un duro comunicado, el Grupo de Lima de 14 de países de América (incluyendo Argentina) desconoció la legitimidad de los comicios. La Unión Europea ya había advertido que tampoco considera democrático el proceso.
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