Fue conocido el informe final del gran escándalo de abusos a los niños cantores de la catedral de Ratisbona, en Baviera, Alemania.

El hermano mayor del Papa emérito Benedicto XVI, monseñor Georg Ratzinger, fue acusado de haber tenido parte de la responsabilidad de cubrir con un “yo no vi nada ni me enteré de nada” los abusos físicos y sexuales contra 547 niños, durante su periodo como director del famoso coro católico germano.

 

 

El abogado Ulrich Weber, encargado de la investigación, afirmó que durante los 30 años de gestión de Georg Ratzinger, entre 1964 y 1994, ocurrieron “las cosas más graves” y “a él se le reprocha haber mirado para otro lado y no haber tomado medidas”.

 

Un "campo de concentración"

 

Los integrantes del coro describieron a los investigadores sus años escolares como “un infierno”, una prisión y “un campo de concentración". El abogado Weber agregó que “muchos se referían a esos años como la peor época de la vida, caracterizada por el miedo, la violencia y el desamparo”.

 

Weber dijo que nadie irá preso por las denuncias porque debido al tiempo que ha pasado los delitos han prescripto y no pueden ser juzgados por los tribunales. Pero el escándalo representa una mancha muy grande para la Iglesia, que salpica al hermano del Papa emérito.

 

Compungido, el hermano mayor del entonces Papa Ratzinger, elegido en 2005 y que en febrero de 2013 renunció al pontificado, confesó que había dado “algunos bofetones y tirada de las orejas” a los miembros del coro, por lo que pedía perdón. Pero también aseguró que nunca vio abusos graves y menos aún de índole sexual. “Si hubiera conocido los excesos de violencia que se estaban utilizando habría hecho algo”, dijo.

 

Dos o tres chicos cada noche

 

Dos religiosos ya fallecidos fueron considerados los principales responsables. El peor era Johan Meier, director de la escuela anexa al coro entre 1953 y 1992. El compositor alemán Franz Witttebrink contó a la prensa germana que Meier “se llevaba a la noche a a dos tres niños de 8 y 9 años a su habitación, les ofrecía vino y los castigaba físicamente”.

 

“Eran sádicas puniciones vinculadas al placer sexual”, dijo Wittenbrink.

 

Otro religioso fue removido en 1958 del coro y condenado a prisión en 1971. Algunas de las víctimas hicieron la denuncia ante los responsables de la diócesis.

 

El informe final del abogado Ulrich Weber también acusa al cardenal conservador Gerhard Ludwig Mueller, que hasta el 1 de este mes era el “ministro” del Papa para la Doctrina de la Fe, que no lo renovó en el cargo, y en 2010 era el obispo de Ratisbona, encargado de esclarecer el escándalo.

 

Weber sostiene que la tarea del cardenal Mueller “presenta varias debilidades, entre ellas la de no buscar el diálogo con las víctimas”.

 

Georg Ratzinger, quien hasta hoy llama “nene” a su hermano Joseph, está completamente ciego y aunque sigue en Ratisbona pasa muchos días con su hermano en el convento de los jardines vaticanos donde el Papa emérito Benedicto XVI reside.

 

El escándalo estalló en 2010, cuando Weber anunció un primer informe que abarcó abusos contra 213 de los llamados coro de “gorriones de la catedral de Ratisbona”. En cincuenta casos los abusos fueron de naturaleza sexual y abarcaron “de las caricias a las violaciones”.