El papa Francisco siguió ayer desde el Vaticano el tradicional Vía Crucis del Coliseo romano, que este año estuvo centrado en las "voces de paz en un mundo en guerra" con testimonios de varios países, y al que no pudo asistir por las bajas temperaturas que atraviesan la capital italiana a menos de una semana de que fuera dado de alta de una bronquitis.
Debido "al intenso frío" de la noche romana, el pontífice de 86 años se unió desde su residencia de Casa Santa Marta "en oración" a las casi 20.000 personas que participaron de la celebración en la que se leyeron 14 reflexiones y pedidos por la paz.
A lo largo de las catorce estaciones se escucharon diversos testimonios que reflejaron realidades de personas en situaciones de migración, guerra o conflictos y que fueron recolectadas por el Papa en todo el mundo.
Las personas que dieron los testimonios, leídos por dos periodistas italianas, "proceden de tierras heridas por bombas, disparos, misiles u odios fratricidas. Son hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, padres o consagrados", informó el Vaticano.
Antes del Vía Crucis, el Papa celebró en la Basílica de San Pedro la denominada Pasión del Señor, que recuerda, según la tradición cristiana, la muerte de Cristo. De todos modos, el pontífice no se recostó en la nave central de la basílica al inicio de la ceremonia como en años anteriores, sino que quedó en silencio durante casi dos minutos sentado en la silla de ruedas en la que llegó, como es costumbre en las ceremonias a partir de los problemas de rodilla que tuvo en 2022.
La denominada Pasión del señor se caracteriza porque el Papa no lee la homilía sino que se limita a escucharla del predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, un capuchino de 88 años.
Hoy, Jorge Bergoglio tendrá a su cargo la Vigilia de Pascua a las 14.30 de Argentina y este domingo, tras la Misa matutina del denominado Día de Resurrección, dará su mensaje Urbi et Orbi desde la Basílica vaticana.