Cubiertos hasta la cintura por aguas del río que sirve de frontera natural entre el estado venezolano de Táchira y el departamento de Norte de Santander, en Colombia, cientos de colombianos deportados por el gobierno de Nicolás Maduro emprendieron un duro éxodo.

El viernes pasado Maduro había dictado un estado de excepción por 60 días en zonas colindantes con Colombia en el marco de una campaña contra contrabandistas y supuestos paramilitares.

Como un camino de hormigas, con colchones, cocinas, lavarropas y heladeras a cuestas, cientos de colombianos comenzaron el martes pasado voluntariamente el regreso a su país de origen por temor a quedarse sin nada en caso de ser expulsados por autoridades venezolanas, como les sucedió a más de un millar de sus compatriotas, deportados en medio de otra crisis fronteriza que enfrenta a ambos países.

Desde que comenzó el éxodo, unos 6.000 colombianos según cálculos de la Alcaldía de Cúcuta, cruzaron el río y llegaron a esa ciudad, donde reciben asistencia del Gobierno colombiano y organizaciones como la Cruz Roja.

‘Ya cerraron el paso los boinas rojas y no quieren dejar cruzar a nadie más. Están derribando los ranchos (casas humildes) que están marcados con la ‘D‘. Todo lo están tumbando, están acabando con todo‘, explicó a Efe en La Parada, un punto cercano a Cúcuta, Alix, una colombiana completamente desolada.

La mujer contó que ella, sus cinco hermanos y su madre de 80 años duermen desde hace dos días a la orilla del río y aunque no fueron deportados sí se vieron forzados a abandonar Venezuela ante el acoso de militares de ese país que les gritaban: ‘¡Ustedes son colombianos! ¡Paramilitares!‘.

‘Se meten en las casas, se roban las cosas… A uno le sacaron la plata del bolsillo, se llevaron su comida, los celulares, el computador‘, relata Alix, quien vivía en Venezuela desde hace una década.

Jessenia Páez, otra colombiana deportada, lava las pocas ropas que pudo recuperar en la ribera del río, le acompañan su marido, sus hijos y su yerno y se muestra poco optimista: ‘Yo no creo que esto se pueda solucionar‘.

Los otros compatriotas que le acompañan y que esperan poder cruzar de nuevo el río, no creen que las autoridades venezolanas dejen pasar camiones de la Policía colombiana para recuperar lo poco que les queda.

‘Verdaderamente no tenemos dónde dormir (…) Llovió y se nos mojaron todos los colchones anoche‘, dice por su parte, Olinda Prado que cuidaba sus pertenencias que no pudo acarrear consigo tras atravesar las aguas que la separan de Venezuela.

En la ciudad de Cúcuta los albergues se encontraban sobrepasados en cantidad de gente. En estos refugios, muchos revivían el drama de haber salido años atrás escapando de la violencia del conflicto armado en Colombia, que en medio siglo ha dejado seis millones de desplazados.