Irak, ayudado por EEUU, utilizó hace 30 años armas químicas para atacar a Irán durante una guerra de 8 años que abrió las puertas para la posterior invasión iraquí de Kuwait en 1990. Si bien la contienda constituyó un paso más del histórico enfrentamiento entre árabes y persas, fue utilizada por el presidente estadounidense, Ronald Reagan, como una oportunidad para atacar a la revolución iraní que había tomado el poder en 1979, liderada por ayatolá Ruholá Komeini.
El apoyo estadounidense -con más de 60 agentes del Departamento de Defensa- se realizaba en secreto, mientras la Casa Blanca condenaba públicamente el uso de gas venenoso por parte de Irak, reveló en los últimos años el diario The New York Times.
EEUU, que abasteció de armas a Arabia Saudita, Jordania y Kuwait, brindaba información de inteligencia al gobierno iraquí, mientras vendía en secreto armas a Irán para obtener la liberación de rehenes. Pretendía así fortalecer "sectores moderados" del gobierno iraní, o simplemente prolongar la guerra.
Mientras Irak fue apoyado por Arabia Saudita, Kuwait y otros estados árabes, Irán recibió el respaldo de Siria y Libia.
La Casa Blanca estaba enemistada con Irán a raíz de que su embajada en Teherán había sido ocupada por estudiantes islámicos durante 444 días, desde el 4 de noviembre de 1979.
De manera creciente los estadounidenses aumentaron su presencia militar contra Irán y apoyaron constantemente a Irak con el envío de información confidencial y otro tipo de elementos para la creación de armas químicas.
Una de las razones de la guerra entre Irak e Irán tiene su origen en 1971, cuando Teherán ocupó un par de islas iraquíes cerca del río Shatt al-Arab, única salida iraquí al Golfo Pérsico.
El 22 de septiembre de 1980 Irak lanzó a gran escala una invasión sobre Irán bajo la excusa de un presunto intento de asesinato contra el ministro de Relaciones Exteriores iraquí, Tariq Azizas, del que culpaba a Teherán. Los iraquíes también criticaban la propaganda islamista transmitida desde Irán hacia Irak, ya que el gobierno de Saddam Hussein temía que los chiítas iraquíes desencadenaran una revolución en el Sur del país. Sin embargo, la guerra no provocó avances en ambos bandos durante 8 años, en los que murieron 600.000 iraníes y por lo menos 400.000 iraquíes, además de las grandes pérdidas económicas, que se calcularon en 1.200 millones de dólares. Durante el conflicto, Irak amplió sus fuerzas militares de 250.000 a 1.250.000 y, además, acomodó la infraestructura del país a sus necesidades castrenses.
El 20 de julio de 1987, Irán aceptó una resolución de la ONU sobre el cese el fuego y, finalmente, el 22 de agosto de 1988, ambos países firmaron un acuerdo de paz, aunque los enfrentamientos cesaron meses más tarde. Según algunos analistas, esto estableció las condiciones para una próxima guerra: la invasión de Kuwait en 1990 y la respuesta de fuerzas militares internacionales, encabezadas por EEUU.
En conclusión, más de 100.000 iraníes resultaron víctimas de armas químicas y biológicas usadas por los iraquíes durante 8 años de guerra, lo que convirtió a ese país, después de Japón, en uno de las naciones afectadas por el uso de armas de destrucción masiva. Los estadounidenses "necesitan saber si EEUU es, en gran parte, responsable por las mismas armas de destrucción masiva que la administración busca destruir ahora", se interrogó en octubre de 2002 Robert Byrd, senador demócrata por Virginia, meses antes de que Washington invadiera Irak para derrocar a Hussein. "Muy probablemente hayamos creado el monstruo que tratamos de eliminar", dijo el fallecido Byrd, según la agencia francesa AFP.

