El cielo pareció entender el miedo. Tronó y descargó agua con rabia y melancolía, al tiempo que miles de personas se acercaban a las verjas del Palacio de Buckingham mientras se conocía el fallecimiento de Isabel.

"Es mi reina, la única que he tenido", manifestó uno de los curiosos que paseaba por los alrededores del palacio real.

Pero esta vez no hubo despedida. La reina estaba en Balmoral y parte de su corazón quedará en Buckingham, lugar de un homenaje multitudinario ayer. Miles de personas desfilaron hacia la plaza, acompañadas de sus parejas, sus padres, sus hijos, y con la sensación de estar viviendo algo único: el adiós a la reina más querida. Pese a la lluvia y el mal tiempo en Londres, los adeptos no faltaron. Desde Canadá, México, EEUU y muchos otros lugares del mundo.