Benedicto XVI pisó ayer Tierra Santa por primera vez como Papa, donde abogó por una "paz duradera para todos los que viven en Oriente Medio".

El pontífice llegó ayer a Jordania, dando inicio a una gira de 8 días, en la que también visitará Israel y territorios palestinos, en permanente conflicto.

Al llegar ayer a Ammán (capital de Jordania), el Papa pareció cuidadoso de evitar declaraciones con connotaciones políticas en el inicio de su viaje por la región, destacando sobre todo el potencial de la religión para resolver conflictos.

"No somos una potencia política, sino una fuerza espiritual que puede contribuir a progresar en un proceso de paz", agregó el pontífice, tras llamar a un diálogo tripartito entre cristianos, musulmanes y judíos para ayudar a la paz.

"Vengo simplemente con una intención: rezar por el regalo precioso de la paz para Oriente Medio". Eso dijo el Pontífice al visitar el centro para la rehabilitación de discapacitados "Regina Pacis", de Ammán.

En ese primer acto, después de ser recibido en el aeropuerto de Ammán por el rey Abdalá II de Jordania y su esposa, la reina Raina, el Papa pidió "paz para Jerusalén, para la Tierra Santa, para la región".

"Paz" fue la palabra que más pronunció en Jordania el Papa en esta primera jornada del viaje de ocho días a los Santos Lugares y ya de ella habló con los periodistas que le acompañaban en el avión que le llevó de Roma a Ammán, a los que dijo que espera que esta peregrinación contribuya al proceso de paz en Oriente Medio.

A su llegada a Ammán, en el discurso que pronunció ante el rey Abdalá II, el Papa abogó por "la libertad religiosa y el respeto de los derechos inalienables y la dignidad del hombre".

Uno de los objetivos de la gira del Pontífice es mejorar las relaciones con los musulmanes, muchos de los cuales todavía están molestos con comentarios pasados del Papa sobre Mahoma.

Al llegar a Jordania, el pontífice elogió a ese país árabe por sus esfuerzos para promover la paz regional y el diálogo entre cristianos y musulmanes.

Benedicto XVI cerró su primera y corta jornada con un encuentro en privado en el palacio de los Reyes de Jordania, en el que trataron la situación de los lugares santos de este país, así como su comunidad cristiana, modesta pero muy activa.