Benedicto XVI llegó ayer a la República Chipre, en europa, reclamando que las partes en conflicto en Oriente Medio no pierdan la paciencia y sigan adelante en la búsqueda de la paz a través del diálogo. A su vez, el Pontífice abogó por la unidad de los cristianos ante la Iglesia Ortodoxa local.

El primer viaje de un Papa en dos mil años a la isla corazón del Mediterráneo oriental ha coincidido con la crisis en Oriente Medio tras el ataque de Israel a la flotilla humanitaria que se dirigía a Gaza y que se ha cobrado nueve muertos y decenas de heridos. Esa flotilla había sido organizada por activistas de Turquía, una nación que domina un tercio de Chipre, la república a la que ayer llegó Benedicto XVI.

El Papa Joseph Ratzinger se dirigió a la ciudad de Pafos, desde donde comenzó a Evangelizar San Pablo, primera etapa de su visita de tres días a Chipre. Allí expresó su preocupación por la situación en Oriente Medio e hizo un llamamiento a las partes "para que no pierdan la paciencia" y no destierren el diálogo.

Benedicto XVI expresó su profundo dolor por el reciente asesinato en Turquía del presidente de la Conferencia Episcopal Turca, el obispo Luigi Padovese, que ha conmocionado a la comunidad católica mundial. "No es un asesinato político o religioso, sino que se trata de un caso personal" dijo el Papa.

"No debemos mezclar esta situación trágica con el diálogo con el Islam. Es una caso aparte, triste, pero que no debe oscurecer el diálogo en todos los sentidos con el Islam", subrayó el Papa, que añadió que los musulmanes "son nuestros hermanos y con ellos, a pesar de las diferencias, los cristianos estamos llamados a construir una convivencia cada vez más fructífera".

Benedicto XVI ha llegado a un Chipre dividido desde 1974, tras la ocupación por parte de Turquía del tercio norte de la isla a raíz de un golpe de Estado contra Makarios. La intervención propició el nacimiento de la República Turca del Norte de Chipre, que sólo reconocen los turcos. En su discurso de bienvenida ante el presidente de la República greco chipriota (la única parte de la isla que visita), Dimitris Christofias, les exhortó a resolver los problemas "pacientemente".

Su primer acto en Chipre fue una ceremonia ecuménica en la Iglesia de la Santísima Virgen cubierta de oro, del siglo XVI, que se encuentra en el yacimiento arqueológico de Pafos, oeste de la isla, la zona donde predicó Pablo.

Allí fue recibido por el jefe de la Iglesia ortodoxa chipriota, el arzobispo Crisóstomos II, y por el Sínodo (máximo órgano de gobierno). En los días previos a la visita, cinco de los 17 miembros se mostraron contrarios a la estancia del Papa, al que acusaron de "hereje" y hoy algunos ortodoxos pitaron la llegada del Pontífice.

Benedicto XVI respondió con un discurso ecuménico, en el que llamó a la reconciliación, a la paz y al diálogo y una vez imploró la unidad de los cristianos, divididos desde 1054, tras el cisma que separó a Oriente y Occidente.

Desde Pafos, donde bendijo un olivo, símbolo de paz, el Papa se trasladó a Nicosia, donde hoy se reunirá con el presidente Cristofias, con el arzobispo Crisóstomos y con los católicos, que son una exigua minoría, el 3,5 por ciento, de los casi 800.000 habitantes.