El papa Francisco dijo ayer, en la víspera del lanzamiento de la encíclica más controvertida en un siglo, que todos deben ayudar a salvar a nuestro planeta "en ruinas" y pidió a los críticos que lean el documento con un espíritu abierto.

En el escrito personal y elocuente de 192 páginas "Laudato Si (Sea Alabado), Sobre el Cuidado de Nuestro Hogar" que hoy presentará el Vaticano, supone una auténtica declaración de guerra contra las grandes compañías y los gobernantes de los países más poderosos.

A ellos apunta directamente el Papa porque "han contribuido al cambio climático y a la pobreza" por "el uso desproporcionado de los recursos naturales de la Tierra, especialmente en África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos".

La primera encíclica del papa Francisco ha levantado una polvareda alrededor del mundo en general, y del Vaticano en particular, por la descripción dramática que hace el pontífice de la realidad ecológica del planeta, por un lado, y por otro, por las filtraciones del documento antes de la presentación oficial de hoy y que involucra a fuentes eclesiásticas de Roma.

Según esas mismas filtraciones, la encíclica tiene un primer capítulo demoledor titulado: "Lo que está pasando en nuestra casa". El análisis descarnado del Papa aborda la interconexión entre la contaminación y el cambio climático, la mala gestión del agua, la pérdida de la biodiversidad, la gran desigualdad entre regiones ricas y pobres o la debilidad de las reacciones políticas ante la catástrofe ecológica.

La Encíclica indica que existe una "auténtica deuda ecológica", sobre todo del Norte en relación con el Sur del mundo. El Papa atribuye gran parte del problema a la voracidad de las grandes compañías, pero también a la falta de una respuesta valiente por parte de los gobernantes: "Llama la atención la debilidad de la reacción política internacional".