Los muertos por la erupción del Volcán de Fuego en Guatemala se elevaron ayer a 65 mientras el cráter seguía despidiendo una nube ardiente de gases y rocas.
La explosión del domingo pasado, que dejó además cerca de 300 heridos, arrojó ríos de lava y lodo a zonas aledañas y una lluvia de cenizas sobre la ciudad de Guatemala, capital del país centroamericano.
Los equipos de rescate luchaban en condiciones peligrosas para encontrar cuerpos debajo de la ceniza y barro que descendieron desde el volcán, uno de los más activos de Latinoamérica. Algunos llevaban cuerpos envueltos en telas y bajaban en fila por algunas colinas. Las casas, rutas y árboles en la parte baja del volcán estaban cubiertos de una capa color gris y marrón.
La erupción del domingo fue la más grande en 44 años, lo que llevó al cierre del principal aeropuerto de Guatemala y arrojó cenizas en miles de hectáreas de cafetales en las laderas del volcán, lo que habría afectado al 0,9 por ciento de la producción de café, según la asociación nacional de productores.
La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) dijo ayer que la cifra de fallecidos se incrementó a 65, de los cuales apenas 13 han sido identificados. Las labores de rescate se veían dificultadas ayer por las constantes explosiones en el cráter del volcán, que expedía columnas de ceniza que trepaban hasta 10.000 metros de altura y llegaban a unos 40 kilómetros.
"Sólo tengo dos hijos que me encontré con ellos anoche pero mis dos hijas mujeres y mi nieto están desaparecidos junto con toda mi familia", dijo entre llantos Eugenia García en El Rodeo, una de las comunidades más afectadas por la erupción. El Volcán de Fuego, uno de los varios activos en la nación, se encuentra cerca de la ciudad colonial de Antigua, patrimonio mundial de Naciones Unidas. Las autoridades dijeron que la erupción ha dejado hasta ahora 1,7 millones de personas afectadas. Reuters