Miles de españoles acudieron ayer al Congreso de los Diputados para rendir homenaje al primer presidente de Gobierno de la democracia, Adolfo Suárez, quien falleció el domingo a los 81 años.
En una cola de dos kilómetros, los ciudadanos aguardaban pacientemente y en un ambiente solemne su turno para entrar en el Congreso. Allí se instaló ayer la capilla ardiente, ante la que pasaron el rey Juan Carlos y la reina Sofía, así como políticos que acompañaron a Suárez en los primeros años de la transición democrática que encabezó tras la dictadura de Francisco Franco (1939-75).
’Una gran pena’. Con esta frase resumió el rey su pesar y el sentir general que se respiraba en el Congreso, en cuyo Salón de Pasos Perdidos, una de sus estancias más emblemáticas, permanecerá 24 horas la capilla ardiente, hasta que hoy el féretro se traslade para el funeral hasta la catedral de la ciudad de Ávila. Los Príncipes de Asturias acudieron al Congreso de los Diputados después que los reyes para rendir homenaje y expresar sus condolencias a la familia de Suárez.
El féretro de Suárez, que gobernó entre 1976 y 1981, llegó con honores de Estado al Congreso de los Diputados, rodeado de un profundo silencio solamente roto por los aplausos de miles de ciudadanos que ya aguardaban para entrar.
Las principales autoridades del Estado, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los del Congreso, del Senado, del Tribunal Constitucional y Consejo General del Poder Judicial a la cabeza, esperaron en la escalinata del Congreso la llegada del féretro. Con ellos estaban los otros tres expresidentes: Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, los miembros de las Mesas del Congreso y del Senado, el actual líder de los socialistas (PSOE), Alfredo Pérez Rubalcaba.
Diez soldados del Regimiento Inmemorial del Ejército de Tierra trasladaron el féretro durante el redoble de los tambores de la Guardia Real, seguido de los hijos y nietos del expresidente, cuyo primogénito, Adolfo Suárez Illana, colocó el Toisón de Oro con el que el rey distinguió a su padre a los pies féretro.
El rey otorgó a Suárez la última y póstuma condecoración: el Collar de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. Numerosas coronas de flores de las principales instituciones del país rodeaban el Salón y llenaban también el vestíbulo de Isabel II, donde cuelga un retrato del propio Suárez junto al del último presidente de la II República española, Manuel Azaña.
Especialmente emotiva fue la visita a la capilla ardiente de algunos de los que fueron ministros de Suárez, como Landelino Lavilla y Federico Mayor Zaragoza o dos de los padres de la Constitución, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón. Todos ellos, así como la mayoría de los políticos destacaron el legado de Suárez y su capacidad para fraguar consensos en el camino hacia la democracia.
Desde el exterior llegaron numerosas condolencias, en especial de países latinoamericanos, como el del presidente de México, Enrique Peña Nieto, de la presidenta argentina, Cristina Fernández, así como del gobierno de EEUU, destacando el papel ’clave’ y ’fundamental’ de Suárez.
La canciller alemana, Angela Merkel, manifestó que el fallecido expresidente tuvo un ’papel clave en la exitosa’ transición democrática, según ministro alemán de Exteriores, Frank Walter Steinmeier, quien declaró que ’los demócratas de toda Europa conservaran su obra en su memoria’.
Adolfo Suárez, murió el domingo tras dos días de agonía en una clínica de Madrid, como consecuencia del empeoramiento del Alzheimer que padecía y que se le diagnosticó hace más de 10 años.

