El papa Francisco pidió ayer en Irlanda que se tomen todas las medidas necesarias y "a cualquier costo moral" para asegurar que "el fracaso" de la Iglesia ante los abusos cometidos por el clero contra menores no vuelva a repetirse.
El pontífice lanzó ese mensaje al comienzo de su visita de dos días a este país de Europa, después de que el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, en un tono más contundente, le pidiera que use su "influencia" y su "posición de mando" para que la Iglesia colabore en el esclarecimiento de todos los casos pendientes y futuros.
Ambos líderes se dirigieron a una audiencia de unas doscientas autoridades y representantes del cuerpo diplomático en el Castillo de Dublín, donde llegó ayer Francisco para participar en el Encuentro Mundial de las Familias, una cita que, no obstante, está marcada por la cuestión de los abusos.
Ninguno la evitó y el Papa, en su primer discurso público de este viaje, volvió a calificarlos de "crímenes repugnantes" e insistió en la necesidad de "adoptar normas severas", si bien no propuso medidas concretas al respecto.
"No puedo dejar de reconocer el grave escándalo causado en Irlanda por los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia encargados de protegerlos", aseveró Jorge Bergoglio, a quien se le ha presentado otro frente tras la publicación en EEUU de un informe sobre violencia sexual a mil menores por parte de 300 sacerdotes. Frente al Castillo de Dublín hubo una protesta de víctimas, organizada por la irlandesa Margaret McGuckin, superviviente de los abusos cometidos por religiosas en el internado Casa de Nazaret e impulsora de uno de los órganos estatales de investigación de casos históricos de abusos.
El Papa conoció ayer los testimonios directos sobre los abusos sexuales a menores y los horrores que las instituciones religiosas cometieron contra las mujeres a quienes arrebataron sus hijos, al reunirse con un grupo de estas víctimas.