Buenos aires, 30 de mayo. – Ninguna estrategia diplomática parece ser la apropiada para detener el programa nuclear del dictador norcoreano, Kim Jong Il, aunque siempre existe la posibilidad de una negociación directa entre Estados Unidos y Pyongyang.

El ensayo nuclear del lunes pasado y el lanzamiento de seis misiles en cinco días por parte del régimen estalinista pusieron a prueba una vez más la capacidad conciliadora del presidente estadounidense, Barack Obama, cuyo gobierno advirtió que no aceptará un estado nuclear que transfiera tecnológica a otros países o grupos terroristas.

El lanzamiento de los misiles coincidió con la decisión de Corea del Sur de apoyar el Programa de Seguridad contra la Proliferación para impedir el tráfico marítimo de componentes nucleares en esa región del sudeste asiático, decisión que Pyongyang consideró un acto de guerra.

"No creo que nadie del gobierno piense que hay una crisis", dijo el viernes pasado el secretario de Defensa norteamericano, Robert Gates, y señaló que el Pentágono no enviará tropas adicionales a la región.

Corea del Sur, sin embargo, se prepara para un eventual ataque en la frontera que ambos países comparten en el Mar Amarillo, luego de que Washington y Seúl consideraran que Pyongyang, con su ensayo atómico, rompió el armisticio de la Guerra de Corea (1950-1953).

La crisis es de tal magnitud que se cree que el próximo martes, en Nueva York, el Consejo de Seguridad de la ONU impondrá una serie de nuevas sanciones, mucho más duras que las aplicadas en 2006 tras el último ensayo atómico norcoreano.

En aquella oportunidad, como tal vez ocurra también ahora, las sanciones de la ONU fueron ignoradas y no aplicadas contra el gobierno de Kim Jong Il.

Se cree que Norcorea -que tiene plutonio como para fabricar seis bombas atómicas- reanudó el funcionamiento de su planta de enriquecimiento de uranio, luego de que en 2007 acordó desmantelar el reactor de Yongbyon a cambio de alimentos y combustible Para algunos analistas, la carrera emprendida por Pyongyang amenaza también a China, su principal aliado junto con Rusia, y es de tal magnitud que tanto Japón como Corea del Sur están pensando en fabricar sus propias armas atómicas.

Estados Unidos y sus aliados no encuentran la manera de resolver la situación tras el fracaso de las negociaciones emprendidas por el grupo de desarme compuesto, además de Washington, por Rusia, China, Japón y las dos coreas.

Por lo tanto, algunos analistas señalan que el gobierno de Obama debería negociar directamente con el régimen de Kim, y dejar de lado el muy promocionado mito de que China es un socio estratégico para resolver el conflicto.

China, que abastece el 75 por ciento de las necesidades de energía de Norcorea, no quiere la caída del regimen de Kim,debido a que durante las recientes hambrunas miles de norcoreanos del norte atravesaron su territorio.

"Después de décadas de diplomacia e intenciones penetrantes de Pyongyang una cosa parece clara: Kim Jong Il y sus compinches quieren armas nucleares. ¿Cómo hacer para disuadirlos? Aislarlos y más sanciones punitivas serían sensibles si China y Rusia las apoyaran, pero ellos no las aplican", dicen Dan Blumenthal y Robert Kagan.

En un nota del diario The Washington Post, ambos lamentan que Estados Unidos esté desactivando sus misiles balísticos de defensa, "a pesar de la amenaza de Norcorea e Irán", y sugieren la posibilidad de que Washington mantenga conversaciones directas con Pyongyang.

Lejos de amedrentarse por las sanciones que pueda aplicar el Consejo de Seguridad de la ONU, Norcorea advirtió que responderá con medidas "adicionales de autodefensa" y dijo que cualquier acto hostil equivaldrá a la destrucción del armisticio.

Más allá de esta amenaza, no existen aún certezas de que en los próximos días puedan ocurrir batallas navales como las que sucedieron en 1999 y 2002, aunque China retiró sus barcos pesqueros de la zona fronteriza con Corea del Sur.

Hoy, la realidad de la próspera Corea del Sur contrasta con la de un país olvidado, donde las inundaciones y las hambrunas son frecuentes.

A pesar de esta situación de indigencia, el excéntrico dictador Kim Jong Il posee un arsenal militar con cohetes como el Taepodong-2, de entre 6.700 y 9000 kilómetros de alcance, capaz de llegar a las costas de los Estados Unidos.