Con los bolsillos flacos, servicios que no funcionan, inédita merma de la industria turística, escasez de medicamentos y envueltos en un clima de creciente descontento social, los griegos concurrirán hoy a las urnas para decidir si aceptan o no el ajuste que les impone la Unión Europea (UE).

La semana previa a las cruciales elecciones generales de hoy, encontró a los griegos aumentando el retiro de su
dinero de los bancos y abasteciéndose de alimentos no perecederos porque son muchos los que temen que esta cita con las urnas determinen la salida del país de la zona euro.

Banqueros dijeron que hasta 800 millones de euros han sido retirados diariamente de los bancos más importantes, mientras que comerciantes aseguraron que parte del dinero está siendo utilizado para comprar productos enlatados y pasta. Los temores de volver al dracma, la vieja moneda helena, fueron alimentados por rumores de que un líder de izquierda radical podría ganar las elecciones.

Los últimos sondeos de opinión mostraron que el conservador partido Nueva Democracia, que respalda el rescate por 130.000 millones de euros, que mantiene a flote a Grecia, compite codo a codo con el izquierdista Syriza, que quiere cancelar la operación de ayuda si triunfa en estos comicios cruciales para establecer un Gobierno capaz de funcionar en el país.

En baja

En Atenas, los semáforos no funcionan, veinte hoteles cerraron en los últimos meses por la baja del número de huéspedes en una industria como la turística que en 2011 supuso el 16 por ciento del Producto Bruto Interno. En las farmacias escasean alrededor de 160 tipos de medicamentos, incluidos antitumorales y antibióticos. En la capital, donde se concentra el 40 por ciento de la población griega, 13.000 personas viven en la calle.

Mientras tanto, la fuga de depósitos y empresas complica aún más la economía griega. Se calcula que desde que 2009, cuando comenzó la crisis, millares de griegos vaciaron sus cuentas bancarias y retiraron unos 80.000 millones de euros. Los ricos se llevaron buena parte de su dinero a Suiza o invirtieron en propiedades inmobiliarias en Londres y Nueva York, según entidades financieras helenas.

Muchos miembros de la clase media guardan sus ahorros debajo del colchón o de una baldosa, y los más golpeados por la crisis directamente ya no tienen nada que guardar: lo poco que tenían hace ya tiempo que se lo comieron. La cruda realidad del ajuste cruza en forma transversal todo Grecia y condiciona, de modo inobjetable, el voto de hoy.

Con un ajustado empate en las encuestas entre la centroderecha y la izquierda, los griegos sólo tienen ante sí dos opciones.
La izquierda radical Syriza defiende la anulación del programa de reformas impuesto por la troika formada por la UE, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario, a cambio de los rescates. En tanto, si gana el conservador Nueva Democracia (ND), nada garantiza la formación de un Gobierno estable, ni siquiera con el socialista partido Pasok.

Alexis Tsipras, el candidato a primer ministro de Syriza, tiene un desafiante tono frente a la canciller alemana Angela Merkel, que le impuso al pueblo griego un durísimo plan de ajuste en los últimos años.

El líder del conservador Nueva Democracia, Antoni Samaras, apela a un claro discurso de futuro tenebroso si ganaba la izquierda. Plantea que solamente su partido podría garantizar la continuidad en Europa, y por ende de la moneda común.