Buenos Aires, 27 de agosto.- El impuesto a la comida chatarra de un 20% no toma en cuenta que la vía impositiva genera una modificación casi imperceptible en los cambios de hábitos de la población, dejando en situación de vulnerabilidad a los sectores con menos recursos.

La gente hoy consume comida chatarra en los malles, en los supermercados y hasta en las ferias libres de nuestro país no estamos ajenos a la venta de alimentos con altos índices de calorías y grasas. La diferencia entre la comida saludable y la chatarra pareciera ser su valor económico y el que se ha arraigado en la cultura de los chilenos. Los profesionales jóvenes hoy prefieren comer una hamburguesa en un local de comida rápida, ya que ésta puede costar menos de $1.000, en tanto servirse un plato nutritivo resulta más caro y difícil de encontrar, a no ser que su empresa le ofrezca un servicio de casino para sus funcionarios.

Lo mismo ocurre con los niños. Pareciera que los padres optan por una barra de chocolate, en vez de una manzana o una naranja como colación. Sólo basta observar las estadísticas de obesidad infantil para corroborar ello. Según el Informe de JUNAEB del año 2009, cerca de un 20% de los niños de 1° básico es obeso. En tanto, la OMS informa que un 30% de la población total padece de obesidad. Son cifras escalofriantes, sobretodo en la etapa escolar.

Para paliar esta situación escandalosa, se implementa desde el año 2007, a través del Ministerio de Salud, la Estrategia Global contra la Obesidad (EGO), que se aplica en 1.000 escuelas a lo largo del país. Consiste en promover cambios alimenticios de los escolares y promocionar la actividad física. A pesar de que un estudio dado a conocer recientemente y elaborado por la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Chile a petición del gobierno, ha detectado que la iniciativa no arroja resultados exitosos, nuestra asociación apuesta por el camino de la prevención y educación, más que por la vía impositiva. Junto a ello, el reciente acuerdo entre el Ministerio de Salud y de Educación a través de una campaña, cuyo fin es combatir la obesidad en los niños, nos parece una medida sumamente adecuada que se ajusta al trabajo que nuestra asociación de ferias libres viene realizando desde hace mucho tiempo, en alianzas con municipios y consultorios.

El fomento de una alimentación saludable es lo que venimos predicando desde hace una década, puesto que es en nuestro canal donde se vende el 70% de las frutas y verduras que consume la población. Por ello, nos hemos preocupado de crear un departamento de alimentación sana, desde donde realizamos diversas actividades, en las que nuestros comerciantes promueven la ingesta de alimentos caseros y sanos a la comunidad, como legumbres, frutas y verduras. Asimismo, hemos implementado cursos y talleres de manipulación de alimentos dirigidos a sus comerciantes a través de un minucioso trabajo en colaboración de profesionales nutricionistas, que nos han asesorado en la propuesta de dietas sanas y baratas, basadas en productos que pueden encontrarse fácilmente en cualquier feria libre del país y a bajo costo. A nivel escolar, nos hemos preocupado de organizar visitas a las ferias para que los niños las conozcan; les hemos mostrado la variedad de vegetales que se pueden encontrar en una feria, a precios más baratos que un chocolate, y con el beneficio de conocer un lugar tradicional, como la feria, que forma parte de la historia y de nuestras tradiciones populares.

Creemos que nuestras ferias pueden contribuir en los cambios de alimentación de los chilenos (as), si logramos desarrollar un trabajo conjunto con los diversos ministerios, consultorios, hospitales y municipios.