El cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko es duro como el hielo y tiene moléculas orgánicas, que todavía son analizadas para ser identificadas.
Estos son los primeros resultados de los experimentos científicos del módulo Philae, que aterrizó el pasado miércoles sobre la superficie del cometa para estudiarlo. La Agencia Espacial Europea (ESA) informó ayer que la misión de la sonda madre Rosetta continúa tras el aterrizaje del pequeño laboratorio Philae, que desde el 15 de noviembre está en estado de reposo porque no recibe suficiente luz del Sol para cargar sus paneles solares.
Pero la batería que llevaba a bordo, con autonomía para dos días, le permitió hacer algunos descubrimientos importantes con sus diez instrumentos a una distancia de 511 millones de kilómetros, añadió la ESA. Philae trabajó más de 60 horas sin interrupción y mandó los datos a Rosetta en cada posibilidad de comunicación.
Para los científicos la superficie del cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko es muy diferente a lo que pensaban hasta ahora. La sonda termal MUPUS no pudo martillar la superficie del cometa debido a su dureza.
‘Aunque se incrementó gradualmente la potencia del martillo, no lo pudimos conducir a la profundidad del suelo‘, dijo el profesor
Tilman Spohn del Instituto de Investigación Planetaria del Centro Alemán de Navegación Aérea y Espacial. El taladro SD2, el último de los diez instrumentos que se activó, realizó pruebas en el suelo y descubrió las primeras moléculas orgánicas, que todavía son analizadas.
Los cometas son los cuerpos celestes más antiguos del Universo y se considera que pudieron haber traído el agua y la vida a la Tierra en el momento de la gran explosión.