A las 00.11 cuando comenzaba a despuntar el nuevo día y después de una tensa espera porque el rescate se demoraba, el mundo asistía anoche al milagroso rescate de Florencio Avalos, el primer minero que salió desde el fondo de la mina San José en el desierto de Atacama en el Norte de Chile. Una luz de bengala y una sirena fueron las encargada de anunciar su salida, con lo que empezaba a ser realidad lo que se considera el mayor rescate de la historia de la minería mundial. Casi 16 minutos tardó el viaje desde el fondo de la mina hasta la superficie.

Al cierre de esta edición el rescate continuaba al menos para subir a otros cuatro mineros durante la noche.

El 5 de agosto 32 chilenos y un boliviano quedaron atrapados en el fondo de la mina a casi 700 metros de profundidad tras un derrumbe. Fueron 70 días bajo tierra para Avalos y serán 70 y 71 para el resto de los mineros si se cumple el plazo de 48 horas que informó el Gobierno demorará la "Operación San Lorenzo", llamada así en honor al Santo de los mineros.

La tarde de ayer pasó del júbilo con el anuncio oficial del presidente Sebastián Piñera a las 19.50 que el rescate empezaría en "unos minutos" -a las 20-, a la incertidumbre porque la puesta a punto de la operación se fue dilatando tanto que casi que comenzó en el horario previsto inicialmente de las cero del miércoles.

Un lagrimeo -filtración- en el ducto hizo dudar a los ingenieros, por más que luego trataron de minimizar el inconveniente.

En el campamento Esperanza, el presidente Piñera, junto al ministro de Minería Laurence Golborne, seguirán de cerca y muy atentamente el paso a paso del rescate. Mientras, familiares de los mineros, periodistas, turistas y curiosos, que lo seguían por pantallas de TV, y que se habían mantenido expectante y en silencio durante casi toda la tarde volvieron a encender sus ánimos cuando la Fénix II vacía iniciaba su primer viaje de prueba.

La cápsula Fénix II ingresó vacía al ducto a las 21.34 para recorrer 65 metros y volvió a asomarse a la superficie a las 21.55 tras descender hasta los 65 metros. En su segundo descenso, la "Fénix 2" bajó a los 464 metros, un punto del trayecto que se considerado decisivo, dado que ahí se estrecha ligeramente el ducto.

En el campamento se escuchó un espontáneo aplauso que se renovó con mayor fuerza y entusiasmo a las 23.10 cuando la jaula metálica volvía a bajar pero esta vez no sola sino llevando hasta los 622 metros bajo tierra al primer rescatista. Era el comienzo de la hazaña.

El primer héroe

Hasta que el presidente Piñera no reveló el nombre de quién sería el primero en abandonar la mina corrían las apuestas. El equipo de rescate dejó a los propios mineros la decisión de elegir un voluntario, entre los más aptos, para iniciar el ascenso que lo devolvería a la vida.

El elegido fue, Florencio Avalos, un capataz de 31 años que se destaca por su experiencia y habilidad, hace 8 años que trabaja en la mina.

Florencio Avalos se casó a los 15 años y tiene junto a Araya dos hijos varones, de 16 y 8 años.

Avalos, junto con Mario Sepúlveda (39 años) y Juan Illanes (52 años), los tres primeros mineros en dejar la mina, son considerados los más hábiles del grupo, capaces de solucionar cualquier inconveniente durante la subida y de describirlos detalles del ascenso con el fin de guiar al resto de sus compañeros.

La elección de Avalos tiene, además, un carácter simbólico: fue el primer "rostro" de la tragedia que recorrió el mundo, cuando el pasado 22 de agosto asomó su rostro a una cámara de video para demostrar que los trabajadores accidentados estaban vivos.

En su histórico viaje a la superficie, Avalos tuvo que describir detalladamente lo que veía a través de la rejilla de la cápsula, información que los técnicos consideraban de vital importancia para el desarrollo de todo el rescate.

Su salida fue seguida en vivo por millones de personas alrededor del mundo y desató un alboroto de aplausos, lágrimas y vítores en el campamento Esperanza.

Al pie del ducto esperaban a Avalos Piñera y su familia a quienes abrazó emocionado, pero tranquilo.

Comenzaba a escribirse una historia sin fronteras que puso a Copiapó en el mapa mundial a todo Chile como ejemplo de trabajo y disciplina. Una combinación que catapultó hasta lo insospechado al gobierno de derecha de Sebastián Piñera.