Las calles de Teherán, capital de Irán se volvieron a unundar ayer del clamor popular que sigue desafiando al régimen a los gritos de "Allahu akbar" ("Dios es grande"). Por cerca de una hora, las protestas fueron una repetición de las tácticas usadas en la revolución islámica de 1979 contra el Sha de Persia, Mohamad Reza Pahlevi.
En un acto cargado de simbolismo, un suicida con bomba se inmoló ayer en el mausoleo del padre de la revolución islámica iraní, el ayatollah Ruhollah Khomeini, al tiempo que los disturbios continuaban por todo Teherán.
La policía antidisturbios utilizó bombas lacrimógenas y carros lanzaagua para dispersar a los manifestantes.
Testigos informaron que entre 2.000 y 3.000 personas se reunieron en las calles, un número mucho menor a los cientos de miles que se juntaron a principios de semana.
Sin embargo, las protestas fueron un abierto desafío al Líder Supremo, el Ayatollah Ali Khamenei, que el viernes en un discurso aprobó los resultados de la elección que le dieron al presidente Mahmoud Ahmadinejad, de tendencia dura, una victoria arrolladora.
En medio del caos, el líder opositor, Mir Husein Mussaví pidió a su gente ir a un paro general si lo llevan preso.
El presidente estadounidense Barack Obama, en medio de los esfuerzos diplomáticos por detener el programa nuclear iraní, instó a Teherán a "detener todas las acciones violentas e injustificadas contra su propia gente".

