Al menos 35 personas, entre ellos 7 altos mandos de la poderosa Guardia Revolucionaria iraní, murieron ayer y veintiocho más resultaron heridas en un atentado suicida en la frontera entre Irán y Pakistán que ha supuesto un duro golpe para el régimen de la nación persa.

Según la versión oficial, un hombre armado con un cinturón de explosivos se hizo estallar cuando oficiales de la Guardia Revolucionaria iraní estaban en un acto junto con jefes tribales sunitas y chiítas en la conflictiva región suroriental de Sistán Baluchistán, limítrofe también con Afganistán.

El ataque, perpetrado sobre las 08.20 hora local, ocurrió en un lugar que es foco de la insurgencia sunita de Irán, donde predominan los chiítas.

Según los canales estatales iraníes, hubo dos explosiones simultáneas: una durante una reunión que se realizaba entre líderes tribales de grupos chiítas y sunitas, y otra contra un convoy que transportaba a varios miembros de la Guardia Revolucionaria que se dirigían al encuentro.

La televisión estatal dijo que el grupo rebelde sunita Jundollah (literalmente, Soldados de Dios) se atribuyó el mortal ataque, que no es el primero del grupo en la región pero si el más importante por relevancia del objetivo alcanzado y el número de víctimas.

Irán acusó a EEUU por el ataque, lo que puede elevar la tensión con Occidente a pocas horas de la cita prevista para hoy en Viena entre Irán y las seis grandes potencias para tratara el litigio por el programa nuclear.

Mientras varios portavoces iraníes vincularon a Jundollah con la red Al Qaeda, de ideología rotundamente sunita, algunos analistas lo relacionan con grupos talibanes paquistaníes. Jundollah acusa al Gobierno chiíta iraní de discriminación.

En tanto, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, denunció ayer que "elementos de seguridad en el interior de Pakistán" habrían participado en el atentado suicida, el peor contra el poderoso cuerpo de élite militar de la Guardia Revolucionaria en los últimos años.

La lucha insurgente -en todo caso de baja intensidad- que el grupo Jundollah lleva a cabo contra el Gobierno central, parece también ligada a la lucha por el control de los importantes beneficios del tráfico de drogas, principal negocio de esa región.

Sistán Baluchistán, que comparte kilómetros de inestable frontera con Pakistán y Afganistán, es el principal puerto de salida de la droga que se produce en este último país.