Equipos médicos procedentes de Argentina llegaron ayer a Chile en lo que constituye el primer envío de ayuda internacional tras el terremoto. Se trata de tres hospitales de campaña con equipos electrógenos, dos plantas potabilizadoras, vacunas para la hepatitis A y teléfonos satelitales enviados bajo la coordinación de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Según informó el Ministerio de Salud de Chile, en la zona de la catástrofe existen 94 establecimientos hospitalarios, de los cuales ocho están inhabilitados, 10 presentan daños severos y están siendo revisados, y 76 se encuentran operativos.
Los mayores problemas se concentran en la zona de catástrofe, especialmente en las regiones del Maule y Bío Bío.
En la Región Metropolitana de Santiago los hospitales funcionan con normalidad y los enfermos están bien atendidos, aseguran las autoridades.
La mayoría de los recintos hospitalarios en la capital del país sufrió sólo caídas de techos falsos y grietas en revestimientos y tabiques, pero no daños estructurales.
En el resto del país, desde Arica, la región más al Norte, hasta Valparaíso, en la costa central, la red asistencial funciona con normalidad y, según las primeras revisiones, no existen daños estructurales graves.
Por otro lado, el Ejército ha desplegado personal y recursos en las regiones devastadas tras los requerimientos hechos por las autoridades para ayudar a las víctimas.
Ayer algunos países anunciaron el envío de ayuda internacional. La UE anticipó que enviará asistencia médica y técnica mientras continúa estudiando nuevas formas de apoyo. El gobierno chino dijo que donará 1 millón de dólares para operaciones de ayuda a los damnificados y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) preparaba el envío de un primer avión con diverso material de emergencia. Del mismo modo, desde Panamá se trasladaba un grupo de 15 socorristas para ayudar en las labores de rescate.
El Gobierno chileno solicitó ayer a la ONU ayuda concreta para asistir a los damnificados y decretó estado de excepción durante 30 días en las regiones del Bío Bío y del Maule, las más castigadas por el terremoto.
Mientras tanto, unos 4.000 militares realizan labores de seguridad, traslado de enfermos y heridos, distribución de agua y alimentos, apoyo a hospitales, despliegue de puestos de atención médica y búsqueda de personas en la zona del desastre.

