La apertura al público en general a finales del año pasado de ChatGPT, uno de los chatbot más avanzados de inteligencia artificial (IA) que puede redactar desde ensayos académicos hasta crear una sinfonía, trajo un nuevo debate sobre el alcance de estos programas conversacionales que buscan imitar las capacidades humanas por el sesgo de sus datos, el manejo de la tecnología en pocas empresas y el impacto en la educación y el trabajo.

La empresa Open AI creó una web en noviembre que permitió a los usuarios experimentar con ChatGPT, por lo que en pocos días logró que millones de personas interactuaran con esta inteligencia artificial, que funciona respondiendo preguntas y utiliza más de 175 millones de parámetros.

Así, los usuarios fueron compartiendo en redes sociales los desafíos que le dieron al chatbot: resolver un problema de programación, crear un ensayo académico comparando dos teorías, escribir el guión de un juego o crear una partitura musical.

Lo que más sorprendió de este chat de IA fue la capacidad de dar respuestas acertadas y completas, con una gran cantidad de vocabulario e información y tomando las palabras en contexto. Sin embargo, especialistas en la temática aseguraron que hay que analizar la veracidad y el sesgo de los datos que brinda y llamaron a "no obnubilarse" por esta tecnología.

"Llamó mucho la atención por su desempeño, resuelve un montón de tareas. Está entrenado para conversar con seres humanos y va aprendiendo. Tiene conciencia del contexto y genera ‘entendimiento’, pero esto es una metáfora para referirnos a una computadora ya que es sólo una capacidad que tiene el cerebro humano", dijo a Télam Fernando Schapachnik, director ejecutivo de la Fundación Sadosky, que está bajo la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Para Schapachnik, "esta IA se diferencia de modelos anteriores porque nadie le dijo nada previo, nadie escribió las reglas ad hoc. Acá se le dio una serie de datos desestructurados y el sistema hizo lo que nosotros llamamos ‘aprender’: infirió cómo era un contrato o una obra de teatro y construyó automáticamente las reglas". "Pero todavía no se conocen todos los detalles de cómo se está implementado", añadió el especialista que detalló los interrogantes con respecto al funcionamiento de esta IA: "No sabemos si los datos que brinda están protegidos por licencias ni tampoco qué sesgos tiene con respecto a la moderación de los contenidos", describió.

Además, el hecho de que figure en una web para todo el mundo "es una cuestión temporal; una campaña para difundirlo, para mejorar el modelo, pero no creo que siga como una versión gratuita en el futuro", sostuvo.

Días atrás, el músico australiano Nick Cave criticó a este programa de IA tras la divulgación de una canción generada por el sistema que "imitó" su estilo de composición. "Las canciones surgen del sufrimiento, lo que significa que se basan en la compleja lucha humana interna de la creación y, hasta donde yo sé, los algoritmos no tienen sentimientos", dijo el compositor en su sitio web y aseguró que se trató de "una burla grotesca".