El anuncio reciente de Mahmud Abbas de no buscar su reelección, en momentos críticos para el proceso de paz en Medio Oriente, deja en evidencia la falta de liderazgo fuerte entre los palestinos, como el ejercido por el histórico Yasser Arafat, de cuya muerte se cumplieron 5 años el 11 de noviembre.
Hoy Arafat, premio Nobel de la Paz 1994, podría volver a ofrecer ante la ONU su fusil y su rama de olivo como solución al conflicto con los israelíes como lo hizo 1974. Pero Abbas prefiere tirar la toalla tras cuatro años de gobierno palestino, decepcionado con Israel y la mediación de EEUU, situación que enmarca su arribo hoy a Argentina.
Como lo hizo el viernes con Lula Da Silva en Brasil, lo hará mañana en Buenos Aires con Cristina Fernández y el martes en Chile con Michelle Bachelet, busca apoyo para la creación del Estado palestino independiente. El fracaso de las gestiones para la paz de las grandes potencias está haciendo virar la "hoja de ruta" y ahora se apunta al Cono Sur, comandado por Brasil, como una nueva vía para reactivar el dialogo. Pero la eventual salida del gobierno palestino de Abbas abre serios interrogantes en la Casa Blanca y la izquierda israelí. Si Abbas deja la conducción de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) el 24 de enero próximo, tendrán que lidiar con el ala dura de los palestinos, el grupo Hamas. Según la constitución, el presidente del parlamento, Aziz Dweik, (de Hamas) sería el presidente interino" de la ANP.
Abbas, de 74 años, también conocido bajo el nombre de guerra de Abu Mazen, fue uno de los fundadores de Al Fatah, el principal grupo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), junto con Arafat.
Nacido en Safed, Galilea, en 1935, durante la ocupación británica -actual Norte israelí- fue el hombre admitido por Israel y EEUU, bajo el gobierno del republicano George W. Bush, para suceder a Arafat.
Considerado un buen intelectual, Abbas estudió leyes en Egipto, se doctoró en Rusia y escribió varios libros, algunos de ellos referidos a las relaciones secretas entre el nazismo y el sionismo, así como "la negación del Holocausto judío" durante la Segunda Guerra Mundial.
Gracias a que mantuvo fluidos contactos con líderes árabes y redes de inteligencia, tuvo un importante rol en la seguridad de la OLP, a principios de los ’70.
Considerado un pragmático, fue uno de los principales iniciadores del diálogo con la izquierda judía y movimientos pacifistas, y posteriormente jugó un papel fundamental como arquitecto de los Acuerdos de Paz de Oslo, en 1993, acompañando a Arafat a la Casa Blanca.
Abbas llamó a detener la segunda intifada (sublevación palestina, en 2000) con el fin de evitar que Israel tuviera un pretexto para destruir la autonomía palestina y se pronunció a favor del retorno de cuatro millones de refugiados. Fue nombrado ministro del Interior y luego primer ministro del gobierno palestino, pero renunció a su cargo en septiembre de 2003 tras mantener una lucha de poder con Arafat por el control de las fuerzas de seguridad.
El pasado 4 de noviembre, cansado de no lograr resultados satisfactorios en las relaciones diplomáticas con Israel, anunció que no se presentaría en las elecciones presidenciales y legislativas, hoy en suspenso, porque Hamas se niega a participar de las mismas.
Pese a sus grandes antecedentes, la gestión de Abbas estuvo lejos del liderazgo dado por Arafat a la causa palestina, especialmente por el papel jugado durante la invasión israelí de Gaza, en diciembre pasado, luego de que la ONU aprobara un informe que señala que se cometieron crímenes de guerra, tanto por el grupo islámico Hamas como por Israel.
Hoy, a dos meses de culminar su gobierno, está de gira por Latinoamérica intentando reactivar la llama que alumbre el sueño de un Estado palestino independiente.

