Eran las 3:30 de la madrugada cuando una voz sorprendió a 50.000 almas en una plaza somnolienta que ya había cantado, bailado y agitado banderas argentinas y papales hasta caer rendidos esperando la hora clave de la misa de asunción del nuevo Papa. Toda la Catedral porteña se estremeció: era el papa Francisco que llamaba a sus fieles porteños que los acompañaron y alentaron por tantos años.
Y allí mismo, desde Roma y por teléfono bendijo a los miles de fieles que seguían la vigilia convocada en Plaza de Mayo de Buenos Aires arropados con mantas, sacos de dormir y banderas vaticanas para combatir el frío de la noche.
“Hola. Gracias por estar rezando. Gracias por las oraciones, las necesito mucho. Gracias por haberse reunido a rezar. ¡Es tan lindo rezar! Porque es mirar hacia el cielo, mirar a nuestro corazón y saber que tenemos un Padre Bueno, que es Dios. Gracias por eso”, fueron las primeras palabras que dijo por vía telefónica y a través de parlantes.
“Les quiero pedir un favor: caminemos todos juntos, cuidémonos los unos a los otros, cuídense entre ustedes, no se hagan daño; cuídense! Cuiden la vida, cuiden la familia, cuiden la naturaleza, cuiden los niños, cuiden a los viejos”, pidió.
Entre ovaciones, Francisco siguió con su mensaje, “Que no haya odio, que no haya peleas. Dejen de lado la envidia y no le saquen el cuero a nadie; dialoguen, vayan creciendo en el corazón y acérquense a Dios”.
“Dios es bueno, Dios siempre perdona. Dios es Padre… acérquense siempre a Él. Que la Madre los bendiga mucho y por favor, no se olviden de este obispo, que aunque está lejos, los quiere mucho: recen por mí”, dijo mientras la gente se mostraba eufórica y emocionada hasta las lágrimas.
Por último, y para cerrar la comunicación, el Papa argentino bendijo a todos los presentes. “Por la intercesión de Santa María, siempre Virgen y del ángel guardián de cada uno, el glorioso patriarca San José, de Santa Teresita del Niño Jesús y los santos protectores de ustedes, que los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.
Así, fiel a su estilo, Francisco tomó por sorpresa a los fieles que se sumaron a la vigilia para seguir la misa en directo a través de las pantallas gigantes instaladas en la plaza. La gente comenzó a llegar antes de la medianoche y permanecieron en vela durante horas a la espera de la ceremonia. Fuente: DyN, Efe

