En ese momento, día 23 de noviembre, yo vivía con mi familia en el departamento San Martín, cerca de Caucete. Mi casa en ese momento de material no se cayó, pero si se partió. Fue la primera ves, en mi vida que pase un terremoto y ojalá sea la última, es algo que no lo olvidare jamás, nos encontró durmiendo por la hora que fue .Ya hace 23 años que vivo en Neuquén pero siempre recuerdo ese día y esa fecha.

Liliana Sánchez.

En aquella oportunidad, contaba con 12 años, estaba preparándome para asistir a la escuela, cuando de repente el estremecimiento del suelo y ese ruido aterrador y sensación de que iba a explotar la tierra, me perturbó; ver el ondular del suelo y la caída de paredes y el polvo de los adobes que se destrozaban al caer, fue una triste etapa de mi vida que me marcó para siempre.

Marcela Cabañas.

Tenía apenas 15 años cuando sucedió el terremoto del 23 de noviembre, en aquella época vivía en Santa Lucia. Recuerdo ese momento como si fuera ayer. Era cerca las 6.20 am. Estaba durmiendo cuando de repente me despierto y veo a través de la ventana de mi cuarto un cielo azul intenso y hermoso, juro que jamas volví a ver el cielo como en esa oportunidad. También recuerdo que el silencio era atronador en la el parque de casa, nada se movía, los perros no ladraban y los pájaros no piaban, pareciera que todo rastro de vida se hubise ido a otro lugar de la tierra. Segundos después un intenso ruido como si un ejercito marchara al son del redoblante se acercaba a toda velocidad y a un ritmo constante. En ese instante solo atiné a agarrar mi almuada y con ella en mi cabeza salí junto a mi hermano y el resto de la familia al jardín. Recuerdo que en ese interin entre mi dormitorio y la puerta de entradas pregunté de que se trataba porque no salía de mi asombro y un voz cortante y directa de mi padre dijo, "ES UN TERREMOTO". Ahi caí en la cuenta de que era un terremoto. Luego vi las macetas bailar, los autos moverse como si tuvieran vida, los árboles sacudirse y pequeños volcanes de agua brotaban desde la tierra.
Atentamente

Eugenio M. Graffigna


TENÍA EL HOTEL LA CAPILLA. FUE ESTREMECEDOR VER COMO TODO SE CAÍA. ESTABA VIVIENDO EN CALINGASTA FUE TREMENDO VER LOS CERROS BOTAR LO QUE PARECÍA HUMO Y LAS CALLES SE ABRÍAN TUVE QUE TRASLADARME A SAN JUAN ESE DÍA, PUES MI ESPOSA Y LA BEBÉ DE TRES MESES ESTABAN ALLÍ. EN CADA CURVA LA CAMIONETA ,UNA ESTANCIERA SE DESPLAZABA HACIA LOS LADOS TERRIBLE…


Rogelio Iriarte.

Es creo, de mis primeros recuerdos de vida, el más vivido y estremecedor, yo tenia entonces TRES AÑOS Y 6 MESES, no obstante ser tan menor, me acuerdo perfectamente lo intenso e interminable del movimiento. Mi viejo era enólogo de la CAVIC ya había partido a su trabajo, nosotros (mi mamá embarazda de 8 meses, mi hermano mayor de 5 años y mi hemana de 2) dormíamos. Fue tan tremendo el movimineto y el bramido, que inmediatamente saltamos de las camas hacia el comedor sin entender absolutamente nada, recuerdo tomarnos muy fuerte de las manos con mi hermano aterrados, viendo como mi mamá desesperada trataba en vano de abrir las puertas (que se encontraban trabadas) mientras todo "hacía ruido" y se caía. Terminamos saliendo por una ventana gracias a la asistencia de Don García, nuestro vecino "del fondo", quien pudo acceder, gracias a que, como recién nos entregaban las casas del Barrio Bancario, no habían rejas ni medianeras que nos separaran; me acuedo patente ver salir a mi mamá con esa tremenda panza por la ventana….imborrable.

Martin Pezzotti