Podría decirse que lo que tiene de vehemente, espontáneo e indomable, lo tiene de talentoso. Mauricio Wainrot -indiscutido referente de la danza contemporánea- volvió a San Juan para encabezar la audición de El Mesías (basada en la obra de Häendel), una de sus emblemáticas creaciones que ha recorrido el mundo y que en julio se verá en el Teatro del Bicentenario, en una puesta que incluye bailarines locales. No es frecuente que haga estas incursiones a las provincias, de hecho, es la segunda vez que monta un ballet en el país fuera de Capital. En definitiva, esa misión es la que lo devolvió a estas tierras, donde estuvo tiempo atrás con la compañía del Teatro San Martín, que dirigió largamente; y en la que también vivió su madre -Clara, ya fallecida- luego de casarse en segundas nupcias, a los 70 años, con otro inmigrante polaco, un viudo de apellido Fink que tenía negocio de muebles y electrodomésticos, y que había echado raíces en estos pagos (la primera vez que Mauricio vino fue para visitarla, en el ’78). Y si a eso se le suma que de aquí es una de sus bailarinas más queridas, Victoria Balanza, que trabajará junto a él en El Mesías ("Es una joya, la adoro", valoró a quien fue una de sus figuras en el San Martín), podría decirse que Wainrot tiene bastante que ver con San Juan.
Iluminado por el radiante sol que entra por el ventanal del salón de ensayo de danza del Teatro, flanqueado por la directora artística Silvana Moreno, y sus exbailarines -ya amigos- Victoria y el puntano Gerardo Maturano (quienes impartieron la clase), Wainrot -que supo aportar a Asuntos culturales de la Cancillería argentina- mira atentamente a los postulantes, conversa, interviene y delibera con sus colegas, de par a par. Un rato antes, dialogó con DIARIO DE CUYO y su relato enhebró la historia de sus padres, su infancia humilde, la política, el ballet y la condición de ser humano.
No es frecuente que monte obras en las provincias…
– La única fue Salta… No sé por qué no se ha dado más, creo que puede ser porque las provincias por ahí tienen más problemas de organización económica, expedientes, todo es más burocrático… qué se yo, se hace todo más complejo. Pero acá ha sido rápido, hay provincias que me han llamado y al mes me cancelaron todo. Entonces digo "¿para qué me voy a meter en situaciones así, si afortunadamente tengo trabajo?’. Pero a mí me gusta trabajar en mi país, con chicos argentinos que no tienen acceso a Buenos Aires… ¡Soy maestro, me gusta enseñar!
Ha trabajado con más compañías afuera que en su país…
– ¿Sabe cuántas compañías han estrenado mis obras? 53, una barbaridad. Y para ir a Córdoba o Salta cuesta… bueno, voy adonde la gente se organiza. Y además me alejo de todas las cosas políticas, eso es "sine qua non". Yo hago cultura, no hago política con mi trabajo. Y detesto que los políticos hagan política con la cultura. En un teatro no puede haber ninguna bandera de ningún partido político, de ninguno. ¿Qué ganan con eso? Y ojo que no le quito méritos a los que hacen cosas maravillosas, pero una cosa no quita la otra. ¡Usted no va a la Ópera de París y ve un cartel que dice que tal cosa la hizo Pirulo! Para eso los votaron, para que hagan cosas…
¿Será que los artistas no son los únicos vanidosos?
– Los políticos son mucho más vanidosos que nosotros (risas). El arte es educación, es el espíritu del pueblo. Yo he trabajado en 30 países, uno ve otras realidades… ¿por qué a Chile le va tan bien y a nosotros no? En 30 años nos hemos degradado como sociedad, como país, todo es político, ¡bah! (molesto)… Te mando un beso.
No corte, quiero que me cuente del Mesías…
– Eso sonó a bolero… "No me cortes…" (risas). Va a ser en julio, falta, ahora estamos con las audiciones. Es una obra que monté en 15 compañías, como el Ballet Real de Bélgica, el de Suecia, España, Francia, México, Chile… en fin. El tema es que acá no hay una compañía, entonces hay que hacer audiciones. Una sola vez trabajé así, en Buenos Aires, y salió muy bien. Acá es más difícil porque no hay tantos bailarines, pero hay mucha gente interesada… Y puede ser la base para tener una compañía un poco más regular…
Por el momento no es un objetivo…
– Pasará como en otros lados, no quieren tener problemas con cuestiones gremiales o económicas… Igual estoy más sorprendido de que no haya una compañía en Rosario… Pero si las cosas se hacen bien y se es precavido para darle a la gente buenas condiciones en el trabajo, por ahí habrá que charlar algún tema y nada más. Yo dirigí 17 años el ballet del San Martín, algo hice bien entonces…
¿Y qué buscará en las audiciones?
– Será una local y otra nacional, para poder cubrir unos 30 lugares que necesitamos. Necesito bailarines. No cualquiera que se pone una malla es bailarín, algunos se disfrazan. Sé exactamente lo que busco, necesitamos bai-la-ri-nes, con experiencia, que hayan trabajado. Si no tienen técnica, mejor que ni se presenten.
Tiene fama de ser muy exigente…
– No soy exigente, trabajo con excelencia; y es lo que deberíamos hacer todos, hasta el señor que hace pan. Todos deberíamos hacer las cosas de la mejor manera, no estar pidiendo todo el tiempo que nos den… ¿Sabe cómo vinieron mis padres a la Argentina? Escapando de la guerra. Eran polacos, Argentina no daba visa a los judíos, sólo Bolivia, y de ahí llegó mi papá en un baúl de un auto a Retiro y se fue caminando a Chacarita porque no tenía un peso; y mi mamá en un tren. Los dos trabajaron. Viví en un conventillo de 4×4 que se inundaba cada dos por tres por el arroyo, quizás no había para comer, pero la educación era lo más importante; y trabajar y hacer las cosas bien. Y mis padres nos educaban mientras mataban a toda su familia en Europa… Si ellos, si nosotros pudimos… ¿por qué no puede otra gente? ¡Empezamos con los planes hace 20 años! ¡Vamos, laburemos, denle trabajo a la gente! No es magia, es trabajo.
Y en ese conventillo también se gestó su amor por el arte…
– Totalmente. Mi mamá cantaba en polaco todo el tiempo y me encantaba. Me llevaba a los conciertos en la Facultad de Derecho… Y a los 17 años, que fue cuando murió mi papá, empecé a estudiar teatro y después danza. Mi papá no hablaba… trabajaba y trabajaba. De Polonia, de la familia muerta, no se hablaba; no se sabe si fueron enterrados, quemados, gaseados… Él tenía cáncer, pero no fumaba ni tomaba ni nada… para mí murió de tristeza.
¿Y también quedó algo de ese dolor en usted?
– Totalmente, soy la persona más triste del mundo, muy melancólico… ese dolor que vivimos no nos lo saca nadie, ni a mí ni a mi hermana…
¿Y la danza es liberadora?
– No sé, yo con la danza expreso lo que siento, lo que soy. Yo no soy religioso para nada, pero sí una persona muy espiritual, los artistas somos seres absolutamente espirituales. Por eso hice El Mesías. Cuando la escuché por primera vez en una iglesia en Montreal, quedé de una pieza y me dije "esto tengo que traducirlo". Se estrenó en Bélgica, en los ’90. La emoción que produce íntimamente esta obra trasciende todo… ¿sabe por qué? Porque somos todos lo mismo, nos pasan cosas, sufrimos, queremos que nos quieran… y todos nos morimos.
DATO
- El Mesías subirá a escena el 26 y 27 de julio en el Teatro del Bicentenario. Entradas a la venta, $200, $500, $700 y $850, en boletería y en tuentrada.com.