En los ’80 explotó en Harlem, no hace mucho despegó en Buenos Aires y ahora ya se baila en San Juan. Se llama Voguing, su nombre tiene mucho que ver con el glamour de la revista Vogue (y también con el icónico video de Madonna); y si bien es una danza, es mucho más que eso. Es una de las expresiones artísticas de la "comunidad ballroom" (que no son los clásicos "bailes de salón" también conocidos como ballroom), nacida en el under neoyorquino con personas afro-latino-americanas de la hoy llamada comunidad LGBT", quienes armaron un espacio, una escena donde podían encontrarse, manifestarse y "celebrar sus vidas" ante la discriminación y la persecución constantes. Y una de las formas de hacerlo era a través del "vogue" o "voguing". Así lo explica Nacho Mercado, bailarín de 21 años perteneciente a esta movida artístico-socio-cultural, que da clases de vogue femme en el Teatro Sarmiento.
"En San Juan, hasta donde sé es nuevo. No se ha visto antes. Cuando por la pandemia tuve que venirme, pensé que aquí tenía que existir la escena, para que podamos compartirla", dijo a DIARIO DE CUYO Nacho, quien, una vez admitido en el taller de danza contemporánea del Teatro San Martín, en Capital conoció y se involucró con esta movida. "El voguing está inspirado en los jeroglíficos egipcios, en las modelos de la revista Vogue y fue evolucionando con influencias de las danzas urbanas, el ballet y el jazz. Hay tres ramas: el Old way, el origen, con líneas más duras del jeroglífico egipcio o las artes marciales; el New way, más flexible, con más contorsión y transiciones; y el Vogue femme, la última rama, lo que estoy dando, que es más femenino, casi exagerado", se explayó el voguer, es decir, quien no solo baila, sino que está activamente inmerso en la causa que le dio origen.
Una performance de vogue femme, que en niveles avanzados puede bailarse con tacones, tiene a su vez cinco elementos: catwalk o caminata de gato, como una caminata de pasarela exagerada; duckwalk o caminata de pato, transición en cuclillas donde se avanza moviendo caderas o rebotando; hands performance, el uso de las manos, muy libre y personal; floor performance, movimientos en el suelo, también muy personal y muy sensual; y spin & dip, que es la "caída" al final, la terminación y lo que le da también un toque de dramatismo. Todas deben estar para sostener la armonía de la performance, sobre todo cuando se compite, porque también hay duelos, al estilo de las "batallas de gallos" del freestyle.
"Hay distintas categorías. Los bailarines desfilan ante el jurado en una pequeña audición. Si les dan un ‘ten’, pasan a las batallas. Pero el jurado también pude dar ‘chop’, que significa que no estás para competir, que se necesita más experiencia", detalla Nacho, discípulo de Tian Aviardi y de Andy Andino, quien junto a Gabriel Romero y Florencia Arce mostrará públicamente algo del vogue femme el próximo 20 de noviembre, en La resurrección del glitter, espectáculo multidisciplinario que tendrá lugar en Sala TES. Será una suerte de presentación oficial del voguing en la provincia.
Cualquiera puede aprender a danzar voguing, aunque Nacho prefiere enseñarles a integrantes de la comunidad y, en todo caso, "cualquier persona que nos respete será bienvenida". Es que, como subraya desde el principio, no se trata solo de bailar. "La danza está ligada a lo socio-cultural porque surgió así, con la historia que hay detrás. Todo eso está en esta danza que es liberación, energía y amor propio. No se puede separar, no sería voguing", concluyó.