En 2020, con Vuelo -que se desplegó en el Centro Cultural Estación San Martín- Mirta Romero dio por concluidas sus exposiciones individuales en galerías. Distintas razones personales la llevaron a esa decisión, sin embargo, la artista visual sanjuanina jamás bajó los brazos. Por el contrario, inquieta como es, se sumergió aún más profundo en su arte, hasta llegar al "Misterioso Mundo Marino", habitado por maravillosas criaturas surgidas de su imaginación, que surcan océanos de tela mosquitera con sus cuerpos de chapa batida, madera, vidrio y elementos de descarte que le encanta reciclar. Esa es su nueva exposición individual, un corpus escultórico inédito de más de 20 obras que empezaron a nacer después de Vuelo y que decidió mostrar en sus redes, a través de fotografías tomadas por su nieta Clara Oviedo y de un video realizado por Pablo Pastor; imágenes que parecen tomadas en el mar o en un acuario. Y sin proponérselo, concreta de esa forma su primera exposición virtual, modalidad muy difundida tras la pandemia que hoy por hoy le permite trascender muros y tiempos para cumplir su deseo: compartir su arte con la gente. 

"En 2020 dije que era mi última muestra individual, dada mi enfermedad y las cosas que me pasaron; pero eso no quiere decir que… Yo, mientras viva y Dios me de fuerzas, seguiré creando. Desde ese año estoy sumergida en este universo desconocido que me encanta… Sigo volando, sigo trabajando, sigo soñando, sigo atravesando mis angustias y dolores, pero también los deseos de libertad que siempre he sentido y que creo que mucho tiempo he tenido. Ahora estoy un poco limitada por mis piernas y porque tampoco tengo el auto, que era como mis piernas (NdeR, este año, un árbol seco le cayó encima y lo destruyó), así que no tengo libertad absoluta; entonces me recluyo más en mi taller", comentó a DIARIO DE CUYO la apasionada Mirta. 

Un día, cuando su universo marino estuvo más o menos terminado, lo contempló. "Dije: "Pucha, me voy a ir de este mundo y no lo voy a mostrar"… Es que en mi galería no tengo espacio físico, entonces decidí hacer una muestra virtual, no porque sea algo que se usa cada vez más, ni siquiera pensé en eso; la hice para que lo vean los que me conocen y los que quieran. Para exponerla en una galería un mes y sacarla, ya no me da el físico, es mucho trastorno. Prefiero canalizar la energía que tengo en mi mundo, en hacer, en poder expresar lo que siento", se explayó la prolífica escultora, a quien sí le gustaría, en todo caso, que alguna obra fuera emplazada en algún lugar de acceso público. "Eso sí, si es algo definitivo digo ¡vamos! No me importa la plata, sería una obra para San Juan", manifestó.

Rodeada de estas nuevas criaturas que creó, la artista de prestigio internacional -que tiempo atrás publicó un libro con fotografías y links de esculturas propias instaladas en distintos lugares del país y del mundo- confesó que "no conozco el mundo marino profundo, pero lo imagino. Es algo intrigante, fabuloso, misterioso… ¡Me hubiera encantado bucear! Hay tanta cosa extraña que me apasiona, todo eso desconocido… es tan impactante y libre, como el mundo de las aves. Siempre me atrapó, por eso hace bastante hice una sirena en pinotea que está en mi galería y un pez con alas que tiene mi hijo. Hace mucho está en mi miente, entonces plasmé mi mundo marino imaginario". Y sumó: "Yo sigo soñando, sigo libre en el aire y en el agua… Es un sueño recurrente que he tenido, estar nadando, respirando normalmente, y salir y mover los brazos como si fueran alas y elevarme al cielo… En mis sueños no estoy limitada. Eso sí, cuando me despierto, entro en la realidad de que tengo que dar pasito por pasito, pero en mis sueños sigo andando, metiéndome en cosas muy misteriosas e increíbles que después reflejo con los materiales".

Hoy por hoy, sus peces nadan por su casa, dialogando con otras obras terminadas y en proceso que también la habitan. "Es que mi casa ya no es una casa (ríe), convertí todo en taller. En una parte, vitrofusión; en otra trabajo hierro… Es totalmente un taller, hasta en la cocina estoy comiendo y dibujando. No hay living ni nada, obra y obra, no puestas como en una galería, sino una al lado de la otra… Y yo feliz", contó Mirta, que en diciembre celebrará incansables 80 años de vida. En ese mágico laboratorio de arte se gestó y creó esta nueva exposición, a la que le ha dedicado soles y lunas, salvo en los momentos de merecido descanso. 

"Hice esta muestra virtual para decir ‘Aquí estoy’. No quiero perder el tiempo porque me parece que me falta tiempo para todo lo que quiero decir, por eso sigo trabajando. Es lo único que me hace salir un poco de las angustias, de lo que estamos viviendo. Es el oxígeno que necesito. Ahí soy libre…", definió. 

Por Estela Ruiz M.
Fotos Gentileza Clara Oviedo
DIARIO DE CUYO