Por la plaza, las calles, en las casas se respiran aires de fiesta, de cultura viva y expuesta, de raigambres y numerosas historias. Cada edición de la Fiesta de la Tradición, es sentida de manera muy especial. Y donde cada ciudadano del departamento, cada vecino, la hace propia. A pocas horas de comenzar con el espectáculo en el Anfiteatro Buenaventura Luna, la comunidad jachallera se prepara para celebrar y brindar en familia. Pertenecer y participar es la clave que hace que la fiesta sea sentida por el pueblo entero. Desde muy temprano, alrededor del mediodía, unas 130 personas, entre técnicos, operadores y asistentes se ponen a trabajar en el escenario. Durante la siesta, son las pruebas de sonido para los músicos y cantantes, el propio Chaqueño Palavecino, quién sería la figura estelar de la noche, se puso a ensayar. En los ranchos, la familia de Dominga Olave, trabajan y colaboran para hacer rendir los 40 kg de carne picada que elaboraron para una jornada. Un trabajo arduo y desgastante, pero que al final, todos los disfrutan. Al igual que en el rancho de Eduardo Gutiérrez, que hace 4 años se instala en la zona para hacer punta de espalda, cerdo y chivito (proveniente de 25 de mayo y del Médano de Oro) a la llama. Una tarea que le demanda más de 7 horas, sin contar las que necesita para colocar las mesas, organizar a los mozos y quedarse hasta el final del show.

Al caer la noche, la mayoría de los comercios comienzan a cerrar sus vidrieras, las marquesinas apagan sus luces. La noche con su cielo despejado y casi sin brisa en el ambiente, ayudan con el pronóstico que será una velada fabulosa. Después de la cena en un comedor a pocos metros de la plaza principal, padres e hijos se encaminan para el predio subido a sus vehículos. Otros prefieren ir directamente con las reposeras, la conservadora cargada de comida, mate y bebidas. Mientras tanto, en la esquina de Agustín Gómez y Sarmiento, el Ballet Jáchal preparaba su coreo para la ceremonia de apertura. Las chicas maquillándose, los varones practicando sus pasos y arreglando sus botas. Y en una peluquería, Ana Paula Páez, recientemente elegida como la ‘Paisana de la Tradición’, mantiene la calma, sabe en su interior, que todo saldrá de maravilla. Se mira en el espejo y ve cómo cada detalle de su peinado va tomando forma, gracias a las manos de su estilista personal, Rosi Guajardo, que la acompaña desde los 14 años de edad (hoy tiene 21) en el make up. Pero el minutero del reloj corre y Ana Paula también debe apresurarse para terminar de arreglar su vestido y ponerse los atributos. Su madre, Rosana Illanes, la mira con orgullo, piensa en todas las ocasiones en que tanto la hija, como la hermana gemela Ana Laura, participaron en la fiesta, a través del Ballet Jáchal. Ahora, será la primera vez que Ana esté del otro lado y experimentando el escenario en primera persona.