Cuarenta mil personas tuvieron su revancha, tras quince años, al disfrutar el sábado por la noche de la presentación en el Personal Fest del grupo británico Depeche Mode; una banda de culto que no visitaba el país desde 1994 y que -recompensando la larga espera- brindó un concierto notable.
Los títulos para los fans de Depeche no eran buenos para este año, ya que el tumor extraído al cantante David Gahan hizo temblar la gira, y de hecho se cancelaron presentaciones en muchos países, incluido Brasil. Pero finalmente el concierto de Buenos Aires quedó fijo y el trío integrado por Gahan, el principal compositor Martin Gore y el tecladista Andrew Fletcher renovó en estas tierras su chapa de "la banda más importante de la movida electrónica".
Claro que los Depeche ya no son esa banda discotequera de los ’80. Ahora han virado a una búsqueda de blues y del rock gótico e industrial, con mucha presencia de maquinas. Y eso se notó en el repertorio ya que casi no hubo canciones de esa década. Todo fue de Violador para acá, los tiempos en que Gore dejó los teclados y adoptó la guitarra como instrumento principal, ya que el sonido buscado requería darle preponderancia al tracción a sangre para quitarle la patina de frialdad de las maquinas.
Con el fondo de una enorme pantalla donde se proyectaba un círculo, que fue mutando con cada canción, desde un ojo de reptil a una esfera llena de chicles, pasando por el planeta Tierra; Gore subió al escenario un traje totalmente plateado, Gahan con chaqueta negra y pañuelo al cuello y Fletcher totalmente de negro en su comando de teclados y notebooks. In chains, del último disco Sounds of the universe, abrió el fuego y despejó todos los miedos: Gahan estaba impecable de su voz. A mitad del show llegó un segmento a cargo de Gore, el principal compositor e ingeniero de las búsquedas sonoras. Para los bises, la banda peló su influencia en el rock industrial con canciones como Never let me down again y Behind The Wheel. Y el cierre llegó, obviamente, con Personal Jesús, aquel hitazo de Violador que tiene un timo de batería y unos riffs de guitarra que son marca registrada.
Inmensamente conmovidos, banda y público se dijeron "muchas gracias y adiós", más que satisfechos con las dos horas pasadas una noche abierta de octubre en una ciudad frenética del Cono Sur. (Télam, Terra)

