El pastel de bodas, fue orgánico y de flor de sauco, en lugar de la habitual torta de frutas; eligieron la Capilla de San Jorge en lugar de la Abadía de Westminster; hubo dama de honor y la novia caminó sola al altar. Detalles que parecen insignificantes, pero que puertas adentro implicaron fisuras en la estricta tradición de la Familia Real británica.
El casamiento del príncipe Harry y la actriz Meghan Markle, que tuvo lugar ayer en el castillo de Winsor, será recordado como el que rompió más veces con el protocolo.
¿Qué habrá pensado la Reina de las trenzas afro y el piercing en la nariz de la madre de la novia, Dorian Ragland, el único familiar invitado de Meghan? Fue una ceremonia que tuvo momentos distendidos, uno de ellos fue gracias a la presencia de un reverendo de la Iglesia Episcopaliana de Estados Unidos, Michael Curry, -una petición de Meghan- quien pronunció un apasionado discurso sobre el amor e hizo reír a los asistentes.
Pero la ruptura más grande de protocolo fue que los novios se mantuvieron tomados de la mano, algo que es un gran "no’ dentro de las indicaciones impartidas a los novios reales.
Harry decidió tener a su madre bien presente, por eso invitó a los hermanos de Diana Spencer y sus hijos, además de ordenar decorar con rosas blancas, las que más le gustaban a Lady Di.
Tras la ceremonia en la capilla, hubo una recepción, Markle pronunció un discurso, rompiendo la tradición entre novias de la realeza británica. Al caer la noche, sólo 200 invitados tenían el "ticket de oro’ para la recepción privada en Frogmore House, a poco más de un kilómetro del palacio de Windsor. Ese fue el final de un día en el que comenzó a sentirse una bocanada de aire fresco en la encorsetada monarquía inglesa.
- Meghan llegó acompañada por su madre. Los novios se mostraron distendidos en la ceremonia, tras la cual se subieron a un carruaje para saludar a los casi 100 mil curiosos que encontraron a su paso. Ya en el palacio de Windsor se cambiaron de trajes para la primera recepción.