El lunes pasado, de cara al estreno nacional en las salas comerciales -que tendrá lugar mañana (ver recuadro)-, DIARIO DE CUYO estuvo presente en la avant premiere de Argentina 1985, organizada por Play Cinema. Celebrado en los festivales de Venecia y San Sebastián, el largometraje que representará al país en los Oscar (Película Internacional) y en los Premios Goya, resulta un sólido relato cinematográfico, con un esquema clásico, fiel al género de la ficción histórica (o trhiller judicial si se quiere) sobre cómo fue el trasfondo del "Juicio a las Juntas Militares’.
Para contextualizar, por iniciativa política del presidente Raúl Alfonsín, el 22 de abril de 1985 se inició el juicio. Por primera vez en el mundo, un tribunal civil de un país puso en el banquillo de acusados a los altos mandos de las Fuerzas Armadas (Videla, Agosti, Massera, Galtieri, Viola y otros) como máximos responsables de crímenes de lesa humanidad y terrorismo de Estado. Este es el punto de partida de la película de Santiago Mitre, co-escrita junto a Mariano Llinás, que narra los acontecimientos desde la perspectiva del equipo de la fiscalía dirigido por Julio César Strassera (Ricardo Darín) y Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani). Junto a un cuerpo de jóvenes abogados, deben enfrentar las presiones políticas y militares, las amenazas, el espionaje y a los mismos estamentos judiciales que oponían resistencia, con un fuerte lobby para que el juicio se truncara.
La historia es mostrada sin caer en banalidades, clichés ni frases hechas. Tampoco presenta a sus personajes acartonados o deshumanizados. Y otros puntos a destacar son la banda sonora, con canciones emblemáticas de Charly García y Los Abuelos de la Nada; y la ambientación, que no deja ningún detalle de época librado al azar.
El planteo principal de la reconstrucción dramatizada del juicio (el recinto de tribunales es el escenario central donde la trama avanza), es poner fin al discurso de la ‘Teoría de los dos Demonios’, que argumenta la violencia ejercida por parte de las Fuerzas Armadas en el marco de una guerra contra la subversión armada. Eso queda en evidencia en la forma en la que son expuestos los testimonios de las víctimas. La película, que evidencia un sólido trabajo de investigación y producción, tiene además una lectura contemporánea que pone en discusión el rol que tuvo el poder judicial durante la dictadura y durante los primeros años de recuperación democrática. Y también es una invitación a revisar los archivos del juicio (hay cientos de videos que circulan por Internet) y, sobre todo, a debatir en casa, en la escuela y en la calle, como un ejercicio para la memoria. Tal como indicó el director en sucesivas entrevistas, el film apunta especialmente a las jóvenes generaciones, para mostrar que lo sucedido no fue algo trivial y que la democracia es un bien a defender en el presente.
Con sobresalientes actuaciones de Darín (ya una figura de prestigio internacional) y Lanzani en sus roles de los funcionarios judiciales -no puestos en lugar de héroes, pero sí con firmes convicciones-, Argentina 1985 es un relato con final abierto y esperanzador de una verdad que duele, que demuele el negacionismo y que interpela a toda una sociedad, con guiños de actualidad.