No había emitido ni una nota musical y la sala ya se había colmado de aplausos para recibirlo, que se silenciaron en seco cuando arrancaron los acordes de Quebrado y su voz tomó la posta. Potente, sin rodeos. Así comenzó anoche el recital de Pedro Aznar, que volvió a conectar inmediatamente con sus seguidores locales gracias a su entrega siempre generosa y a la predisposición al goce de la platea, que nunca dudó en manifestarse. "¡Buenas noches San Juan!" hizo su saludo de rigor antes de largar Par, donde ya pocos se abstuvieron de cantar y hacer palmas. Ni hablar cuando entró Mientes, donde además se lució en un solo instrumental que disparó los "¡Bravo!" "¡Genio!" "¡Maestro!", que se repitieron a lo largo de una noche en la que Aznar volvió a dejar en claro por qué es uno de los artistas más celebrados y respetados.

"Uuuhh, qué gusto volver a verlos siempre… y en este lugar que es una catedral maravillosa", retomó el diálogo Pedro, para contar el menú que había armado la gente: clásicos -el tema que seguía era Tu amor, un deleite- y otras canciones menos conocidas pero profundas, que prometían una cena musical variada y exquisita. "Esto es para ustedes, disfrútenlo", le dijo a su platea, que ya hace rato paladeaba uno de los mejores shows del año, donde el único detalle fue quizás una potencia sonora que a veces tapaba la voz de Aznar, y que con la acústica de la sala, podría haberse bajado tranquilamente.