Apenas pisó el escenario montado al pie del Obelisco porteño, una verdadera multitud (se habla de 40 mil espectadores) recibió a Daniel Barenboim con una ovación. Pasadas las 15 de ayer, el músico y director argentino-israelí concretó bajo un radiante sol el esperado concierto gratuito al aire libre, dirigiendo a la Orquesta West-Eastern Divan, integrada por músicos israelíes y palestinos, con la que ofrece una serie de presentaciones en el marco de los festejos por el 60mo. aniversario de su debut como pianista en Buenos Aires.
De traje oscuro, camisa blanca y corbata verde oscura, el consagrado artista de 68 años -radicado en Israel- agradeció la demostración de afecto de los espectadores, cuya exaltación se aplacó al filo de los primeros acordes de "Obertura Leonora III", pieza de Ludwig Van Beethoven, a la que siguió la Quinta Sinfonía.
"Para que se sepa que la música no es elitista (…) quienes piensan de esa manera es porque no entienden de cultura", había dicho previamente Barenboim, para quien las características de este concierto tenían un "gran impacto emotivo", ya que nació en la calle Arenales, a muy pocas cuadras de la Plaza de la República. Siguiendo este concepto, luego de sus galas en el Colón, el martes cerrará con otro recital gratuito en el teatro Gran Rex de la calle Corrientes.
"Esto no es trabajo, esto es placer (…) ha sido muy conmovedor porque la música es para todos", insistió el Maestro al término de la presentación de ayer, que no tuvo bises, ya que explicó que "Después de la Quinta Sinfonía no se puede tocar un bis".
Fue la segunda vez de Barenboim en la avenida 9 de Julio, dado que en 2006 había dirigido a una orquesta de tangos clásicos.
