Hace 60 años, el 29 de julio de 1955 precisamente, moría Buenaventura Luna a los 49 años. En el imaginario colectivo, Don Buena aparece como un hombre taciturno y nostálgico, idea que sostiene además el escaso registro fotográfico del artista donde casi siempre era capturado serio y reflexivo. Quizás por esa razón parece difícil imaginarlo feliz. Sin embargo, lo fue.

El músico, compositor, poeta y periodista, era autor de más de 200 temas (entre canciones, cuecas, gatos, milongas y valses) que decenas de artistas locales y nacionales siguen interpretando, de la que Vallecito es apenas una de las emblemáticas. Escribió El fogón de los arrieros, pero también más de 120 poemas y "20 años de libretos pautados hasta la obsesión, con el objeto de producir el impacto emocional y la ferviente adhesión que sus audiciones conseguían en el público", dice en su blog Carlos Semorile, nieto de Eusebio De Jesús Dojorti, quien publicó tres libros sobre la obra del artista que nació en Jáchal el 19 de enero de 1906.

Elegido por su abuela, Olga Maestre, como depositario y guardián de toda la obra de Buenaventura, Semorile rescata a pedido de DIARIO DE CUYO "algunos fragmentos escritos o mecanografiados en distintos papeles sueltos", donde aparece un Buenaventura que se admite feliz.

"Una confesión tan diáfana como potente que debería hacernos revisar las habituales imágenes que tenemos de un Buenaventura meramente apesadumbrado y nostálgico" dice Semorile e insta a celebrar que Eusebio haya sido "un hombre singular y extraordinariamente feliz", como se confiesa en el texto inédito de Dojorti que encontró y comparte con este diario.

Para el descendiente de Dojorti "la suya era una nostalgia trabajada para recuperar una cultura, no como algo personal de él y nada más, que así es como quedó y se difundió. Y creo que a veces él colaboró con estos equívocos y otras veces, como demuestra este escrito, no hizo a tiempo a desbaratarlos", consideró. Indagando aún más en ese estado autodeclarado, Semorile consideró que Dojorti "tenía dos esferas -que en el fondo eran una- de lo que podemos llamar felicidad: la privada, de la que habla el texto (ver Buenaventura por Buenaventura, donde el poeta se refiere a sus afectos) y la esfera social, vinculada a la Justicia Social como el momento en que se plasman las potencias materiales y espirituales de la comunidad argentina", analizó Semorile sobre Dojorti quien también fue un comprometido militante político, primero en Unión Cívica Radical Bloquista y luego afiliado peronista en 1946.

Buenaventura Luna le escribió a su tierra, a su gente, marcado por "una niñez feliz, campesina y cristiana; que la figura materna nutría de espiritualidad" analizan las páginas del libro Buenaventura Luna su vida y su canto (de Hebe de Gargiulo, Elsa de Yanzi y Alda de Vera),

Se fue antes de tiempo, a causa de un cáncer de laringe que le había hecho perder la voz. Toda una paradoja para un hombre que brilló en la época de oro de la radio (en la vidriera porteña en El Mundo, Belgrano y Splendid) y que con su pensamiento y creación que modificó profundamente la cultura nacional.