Croatas y excompañeros del Conservatorio Nacional de Zagreb, Juan Zlatan Kowalski y su esposa Marcela Ticak llegaron a Argentina (nacionalidad que adoptaron) y se radicaron en San Juan en 1949. Miembros de una valiosísima generación de precursores del quehacer artístico local, Juan no sólo se comprometió con su carrera musical, sino con la actividad cultural de la provincia, dejando a su partida una serie de hitos que fueron germen de posteriores logros y proyecciones. Egresado de la carrera de composición y dirección en Croacia y perfeccionado en Viena, el recordado pianista, director, pedagogo y conferencista fue quien, entre otras cosas, impulsó la creación de la Orquesta de Cámara de la Agrupación Santa Cecilia, predecesora de la Orquesta de Cámara del Instituto Superior de Artes de San Juan, Orquesta de Cámara de la Universidad Provincial D. F. Sarmiento y Orquesta Sinfónica de la UNSJ. También apunta su biografía que fue uno de los gestores de la creación de la UNSJ y que mantuvo una estrecha relación con instituciones como Amigos de la Música y Mozarteum San Juan. En definitiva y sin exagerar, Kowalski -que también tuvo un rol destacado en la formación de público- fue una figura imprescindible en el desarrollo de la música en San Juan. Es por eso que, a 40 años de su fallecimiento, el próximo jueves se le rendirá homenaje en el Auditorio Juan Victoria. Titular de la Cátedra de Piano del Departamento de música (FFHA-UNSJ), Ana Inés Aguirre es quien está al frente de este tributo, en el marco del ciclo "Homenaje a maestros de maestros" y con las actuaciones de Mariana Garrotti y Javier Villegas (ver aparte).

"Era un músico muy completo y una persona muy erudita, sabía mucho de arte y hablaba varios idiomas. También era un maestro generoso y muy exigente, que predicaba con el ejemplo. A los que tuvimos el honor de ser sus alumnos nos traducía bibliografía a la que no teníamos acceso, apuntes que él mismo escribía a máquina", rememoró en charla con DIARIO DE CUYO Aguirre, quien acotó que siempre podían verlo en los conciertos. 

"No faltaba a ninguno. Recuerdo entrar a la sala del Auditorio por la escalera izquierda y encontrarlo en las últimas filas con Marcela. Y te exigía ir a los conciertos y luego te preguntaba. Uno tenía que estar muy al tanto de la vida musical de San Juan, porque te hacía participar muchísimo, en sus clases se hablaba de lo que había sucedido y lo que iba a suceder, te hacía mirar la cartelera del Auditorio para saber qué conciertos había. En paralelo a su programa de estudios seguía la actividad musical de San Juan, entonces las clases eran muy activas. La formación general que tenemos varias generaciones en gran parte se la debemos a él", reconoció. La profesora, una de las artífices del ciclo Brindis con el Arte en el Club Social, confesó que su partida fue movilizadora.

1972. El M° Juan Kowalski dirige la Orquesta de Cámara de la Universidad Provincial D. F. Sarmiento. La solista es su hija Irene. 

"Recuerdo ese día como uno de los más tristes de mi vida. Había un vínculo porque él daba materias en nivel preuniversitario y luego, en el nivel universitario, las tres Historia de la Música y también Historia Comparada de las Artes. Yo cursaba tercer año, la última Historia de la Música. Volvimos del receso, no lo encontramos porque ya estaba mal y falleció a los poquitos días", contó. "Me acuerdo que antes de que saliera el cortejo desde su casa hacia el cementerio alemán, en Albardón, el maestro Pancho Manuele tocó en su piano el coral ‘Jesús, alegría de los hombres’, de Bach, fue muy emotivo. Una gran pérdida, lo sentí como a un padre", expresó la pianista y docente.

Carlos Fagale, fundador y expresidente de Mozarteum San Juan, coincidió. "Pocas veces tuve un sentimiento de congoja como ese", reconoció antes de describir a Kowalski como "un hombre buenmozo, encantador pero no deliberadamente, con aire europeo… Su casa parecía europea, llena de obras de arte, un hombre con una cultura impresionante".

"Él estuvo al frente de la orquesta que fue la base de la Sinfónica actual. Cuando se formó la Sinfónica, ya había un público acostumbrado a conciertos gracias a esa orquesta, fundada por esos pioneros a quienes San Juan les debe un gran homenaje. Kowalski se dedicó a formar ese público", subrayó. "Antes de formar Mozarteum íbamos todos los sábados a su aula en el Auditorio, a tomar clases de Historia de la música. Éramos un grupo de personas, público general, que se interesaba por escuchar música con cierta base. Así empezó mi relación con él, admirando lo que hacía. Entonces, cuando se fundó Mozarteum le pedimos que diera los preconciertos, clases públicas destinadas a explicar las obras que se iban a escuchar; y recuerdo que se llenaba y quedaba gente de pie. El carisma que tenía, el amor por lo que hacía eran increíbles. Ni trayendo gente de Buenos Aires pudimos repetir esa empatía que se generó entre la institución y el público que iba a los conciertos con una formación previa. Gran parte del éxito de Mozarteum se debe a la tarea que hizo el M¦ Kowalski y no podemos estar más agradecidos ni recordarlo con más cariño, porque el aporte que hizo fue invaluable", se explayó, sin dejar pasar un momento que le resultó amargo.

"Fontenla fundó la Sinfónica con un grupo de personalidades y fue la mejor del país en su época. En un momento se propuso que la dirigiera Kowalski, pero los músicos soberbios se negaron porque pensaban que no tenía el nivel adecuado para dirigirlos. Es una de las cosas que más me dolieron, habría que pedirle disculpas en su memoria", marcó. 

"Mi padre falleció el 6 de agosto de 1983. Muy joven, tenía 62 años ¡y tantos proyectos por realizar!" tomó la palabra su hija Irene, también música y docente, quien desde el vientre de su madre estuvo rodeada de melodías, armonías y ritmos. "Siempre se compartían muchas actividades artísticas y estuvimos estrechamente unidos con los hijos de Vicente Costanza, Lucy, Nito y Daniel. Todos íbamos a los conciertos, fue una niñez muy linda y en ningún momento la música fue algo impuesto, sino una elección personal", declaró la violista, antes de asegurar que Juan Kowalski, Vicente Costanza y Juan A. Petracchini "son los grandes pioneros de todo lo que hoy hay". 

Ya profesional, tuvo la dicha de ser dirigida por su padre, sin embargo confesó que nunca lo consideró un colega. "Para mí siempre fue mi maestro, siempre sentí una admiración muy profunda. Me daba consejos, fue una enseñanza muy grande, no sólo en lo musical, sino en todo lo referente a las artes. Nos hacía leer libros, apreciar cuadros y esculturas, y relacionar qué pasaba en cada época con las artes, una educación maravillosa. Y en mi casa siempre había artistas. Cada vez que venía un artista a San Juan, fuera actor, pintor, escultor o músico, iba a casa a cenar, así que eran veladas maravillosas", comentó Irene, quien hace un tiempo supo de la plaza que lleva el nombre de su padre (en el Barrio Portal de los Andes, Rivadavia). 

"Que hayan pasado 40 años desde su partida y que Ana Inés Aguirre y muchos de sus alumnos lo recuerden por sus enseñanzas y por toda la obra cultural que realizó en San Juan es emocionante. Estoy agradecida sinceramente", manifestó. 

 

> PARA AGENDAR:
Homenaje a maestros de maestros: Juan Kowalski. Jueves 28 de septiembre, 21 hs, Auditorio Juan Victoria. Entrada libre y gratuita. Mariana Garrotti y Javier Villegas interpretarán obras de Chopin, Donostia, Grieg y Ginastera.