Roger Waters, ex integrante de la mítica banda Pink Floyd banda llegará a la Argentina en marzo de 2012 y ya se desató una especie de Rogermanía en torno a su presentación. En tiempo récord se agotaron todas las localidades para cinco shows en Buenos Aires, en el estadio River Plate, mientras que hoy se ponen a la venta las entradas para el sexto show, confirmado para el 15 de marzo.

La gira encarada por el bajista y cantante, que lo llevó a Estados Unidos en 2010 y este año fue furor en Europa, fue ideada para festejar los 30 años de la edición de ópera rock "The Wall", creada por Pink Floyd, disco que mantiene un lugar de privilegio en la historia de la música universal.

En este regreso, Waters hace uso los adelantos tecnológicos para actualizar el show de los años ’80, que casi deja en banca rota a la banda por la logística que implicaba montarlo. Ahora, con la misma mística de entonces, 424 ladrillos gigantes forman el muro de 70 metros de largo por 12 de alto que crece durante el show, para caer al final; muñecos robotizados que vuelan sobre el público y las secuencias de animación del artista Gerald Scarfe, como los martillos que marchan, se proyectan en una pantalla circular con 23 proyectores de alta definición.

Al anunciar esta nueva gira, Waters explicó que tiene un toque más político que la gira original, todavía con los ecos de la Guerra de Vietnam, ahora mantiene el mensaje antibelicista por los conflictos armados en Medio Oriente.

El revuelo que genera la llegada del músico inglés, es comparable con la expectativa por los Rolling Stones -con cinco fechas en el Monumental en 1995-, y en 1998 con Bridges to Babylon Tour. También emparda a la cantidad de gente que vibró en la despedida de Soda Stereo. La primera vez que Waters actuó en la Argentina fue en 2007, con el Dark side of the moon tour, cuando apenas llenó dos River, sin generar la fiebre con la que arribará en 2012 cuando 240 mil personas asistan a sus shows. Tiene que ver también con la revalorización mundial de la música de Pink Floyd, luego de que sus ex integrantes se reunieran en 2005, dejando atrás 25 años de peleas y así nuevas generaciones se rindieron a sus pies. Sin dudas, The wall en la Argentina es un espectáculo movilizador, lleno de simbología, que nadie quiere perderse.