Con los mágicos sonidos que fluyen de las cuerdas de su guitarra, Luis Salinas no sólo estremeció a los 600 seguidores que aplaudieron de pie su desempeño en el Auditorio Juan Victoria, el domingo pasado; sino que también cautivó una vez abajo del escenario.

Después de un vibrante segmento de latin jazz y extraordinarias versiones de tangos, al término de su recital -que se extendió desde las 20 hasta las 22-, el instrumentista desconcertó a los comensales que se encontraban en el café del Auditorio. Detrás de él, una cola de jóvenes estudiantes lo seguía con lapicera y disco en mano para solicitarle un autógrafo y una foto a su lado.

Lejos de las ínfulas, muy simpático y dispuesto, tampoco defraudó a sus fans cuando dejó la guitarra. Entre bocado y bocado, Salinas -que por su diabetes se limitó a cenar una carne asada con ensalada mixta y una gaseosa light- se flasheó con todos los que se acercaron a su mesa.

Según comentó Eduardo Castro, productor local que organizó su concierto, "Salinas se quedó tan entusiasmado por volver a tocar que, ahora, quiere venir al Teatro Sarmiento".