Recién llegaban de Alemania (su primera vez fuera de Inglaterra) y en sus pagos de Liverpool, sobre la Mathew Street, había lugar para tocar. Inaugurado en enero de 1957, The Cavern era un sótano con paredes de ladrillo y techo curvo, largo y angosto, caluroso y húmedo, bajo un almacén. Y ni siquiera era del palo, porque estaba impregnado jazz. Sin embargo, apenas los veinteañeros Fab Four -más four (cuatro) que fab (fabulosos), por entonces- hicieron contacto con el bar, comenzó a escribirse con mayúsculas la historia de Los Beatles. Cuentan que en ese legendario reducto hicieron los 292 shows que los amasaron como grupo. El primero en 1961 (algunos dicen que el 9 de febrero, otros el 21 de marzo), al mediodía, ante unas 300 personas, con temas de Chuck Berry, Little Richard, Ray Charles, Elvis Presley y Jerry Lee Lewis, y por el que cobraron 15 libras. El último, el sábado 3 de agosto de 1963, con temas propios, un cachét de 300 libras y la beatlemanía a punto de ebullición. Sí, un día como hoy, hace 50 años, Los Beatles se despedían de La Caverna, su plataforma de lanzamiento.
Si bien los escarabajos ya habían incursionado en este pub -en los "50, con Quarryme, la banda que había fundado John Lennon y a la que entró Paul McCartney-, fue con Beatles que provocaron un agite barrial.
"Amamos La Caverna más que cualquier cosa, aquello fue fantástico. Allí nunca perdimos nuestra identificación con la audiencia, tocábamos para nuestros propios admiradores que eran gente como nosotros. Venían a la hora del almuerzo a escucharnos y darnos sus sánguches para que comiéramos. Nosotros hacíamos lo mismo, almorzábamos mientras tocábamos. Era espontáneo, ideal’, contó alguna vez George Harrison, que debutó en la Caverna con 17 años (era el más chico, John y Ringo tenían 20 años; y Paul 19).
El boca en boca corría rápido y muchos curiosos de la vecindad inglesa se iban sumando para ver qué pasaba en ese ruidoso sótano. Uno de ellos fue Brian Epstein, que -con 27 años- tenía una tienda de música por ahí cerca.
"Quedé inmediatamente conmocionado por la música, el ritmo y el sentido del humor que desplegaban en el escenario. Cuando me los presentaron, quedé encantado por su carisma personal. Ese fue el comienzo de todo’, contó quien en 1962 se transformó en su manager y a quien muchos -incluso McCartney- señalan como "el quinto Beatle’. Con él vino una buena dosis de disciplina, la nueva apariencia y un poco de modales. Y el primer contrato en serio. Fue cuando luego de varios rechazos, los escuchó George Martin, de Parlophon (una subsidiaria del sello EMI). "Son bastante buenos’, levantó el pulgar el otro sindicado como "quinto Beatle’. En octubre de ese mismo año sacaron el primer single, Love me do; y en febrero del "63 grabaron de un solo tirón el primer LP, Please, Please, Me; tratando de reflejar la mística del sótano. La caverna de Liverpool había quedado chica para Los Beatles y entonces, tras el show del 3 de agosto, los entregó al mundo. Y a modo de retribución no pretendida, Los Beatles convirtieron a ese club que los cobijó en sus inicios -cerrado en 1973 para las obras de construcción de un ferrocarril subterráneo y reabierto en 1978- en un lugar histórico, meca de artistas y templo de fanáticos de los cuatro continentes.

