Desde diciembre pasado, Gema Fernández Yuste vive en Beirut, capital del Líbano, donde pasa buena parte de su tiempo trabajando en la Caracalla Dance Theatre. Se trata de una prestigiosa compañía que la convocó junto a sus comprovincianos Raúl Manzano y Gisela Rodríguez -recomendados por su maestra local Victoria Balanza- y adonde voló sin pensarlo dos veces, con el mismo afán por crecer que en 2017 la habían llevado, beca mediante, a la Vassiliev Academy of Classical Ballet de Nueva York, entre otras vivencias. Pero sin dudas este nuevo giro de su vida es bien diferente.

"Acá, la situación con la pandemia es la misma que en Argentina, ni mejor, ni peor. Estamos trabajando con normalidad, con clases y ensayos", cuenta desde oriente la talentosa bailarina que en San Juan participó en roles destacados en las producciones que se montaron en el Teatro del Bicentenario, uno de los trampolines que, reconoce la joven formada en el instituto Bellart, le dieron muy buenas bases. 

"La verdad es que me di cuenta al llegar que sí estaba bastante preparada. Los diferentes trabajos en el Teatro del Bicentenario ayudaron mucho, especialmente las últimas obras que hicimos. Creo que eso fue lo que me ayudó bastante", reflexiona. Y agrega: "No hay funciones a la vista, sé que están en la búsqueda, eso es lo que se nos informó; pero mientras seguimos trabajando a full. Todavía tenemos muchas cosas que aprender y acá se aprovechó este tiempo para enseñarnos el repertorio de la compañía, los diferentes shows que tiene, para estar listos por cualquier cosa". 

Gema vive con unas compañeras en un departamento que les proporciona la Caracalla. "Básicamente entrenó en las mañanas, a veces voy al gym y otras voy más temprano al Teatro y luego tenemos clases de ballet y ensayo". Y cuando tiene un rato libre, aprovecha para conocer. "Líbano es un bello lugar para viajar, porque es pequeño y tiene de todo: montaña, playa, bosque, muchas cosas… Lamentablemente se necesita auto", ríe la artista, que ya ha disfrutado algunas playas, ha ido a acampar y ha visitado sitios turísticos como museos y otros lugares cerca de Beirut. 

A gusto con las comidas del país -aunque reconoce que el plan que ya tiene para su vuelta a San Juan es un asado con amigos- sostuvo que se "enamoró" del hummus, que la sorprendió el pan árabe y que en muchas comidas utilicen el yoghurt natural, incluso en una bebida muy común allí, que sirven cuando se sale a comer algo, bien frío y con menta. 

El país es amable y muy abierto a los extranjeros, referencia; sin embargo Gema -que con frecuencia habla con sus familiares y amistades, y que extraña a sus gatos- reconoce que hay algo que ha resultado difícil: "Lo que costó más es el idioma. Acá las personas hablan 2 o 3 idiomas, especialmente árabe, libanés, inglés y francés", cuenta la bailarina, que se maneja en inglés y está "intentando entender un poco" el árabe. "Sé algunas palabras, pero es un idioma muy difícil, más que nada en pronunciación", señala. El panorama se complica con un lenguaje no verbal muy diferente: "Hay cosas que me costaron entender, por ejemplo, para decir ‘no’ sin hablar, nosotros movemos la cabeza de lado a lado; mientras que ellos levantan las cejas, algo que para nosotros tiene un significado más agresivo. Y como eso… varias cosas", ejemplifica. 

Sin fecha de regreso aún, Gema comenta que con el tema del coronavirus dando vueltas, "todo es muy incierto, no se sabe qué puede pasar. Tampoco sé si es muy seguro viajar en este tiempo de pandemia en caso que nos den una fecha para regresar". Y explica que este escenario ha sido una verdadera montaña rusa de sensaciones. 

"Fue todo muy rápido a la hora de viajar y al llegar inmediatamente comenzamos a trabajar y tuvimos show en Saudí. Pero al parar todo de repente, empezaron a surgir muchos pensamientos y estados emocionales propios del encierro. Transité todos los estados", se sincera la ascendente joven, que sigue firme con su crecimiento en este nuevo horizonte. "Tiene sus cosas, pero nada a lo que no me pueda adaptar", concluye decidida.