Como frutilla del postre de los festejos de sus 30 años, Bersuit Vergarabat editó su disco doble De la Cabeza 2, que incluye artistas amigos invitados como Dady Brieva, Andrés Calamaro, Lula Bertoldi, Pity Fernández, Beto Olguin y Emiliano Brancciari (NTVG) entre otros; un auto-homenaje que puede escucharse en el canal de Youtube "Bersuittv" y en Spotify. El compositor, quien pone letra a las mayorías de las canciones y uno de los fundadores de la Bersuit, Juan Subirá, dialogó con DIARIO DE CUYO e hizo un repaso de tres décadas de rodar con la música.
– ¿Qué significado tienen para vos estos 30 años?
– Pasaron muchas cosas en tanto tiempo. Arrancamos en 1988, teníamos dificultades en la creación artística, no teníamos muy claro qué queríamos hacer. Todo nuestro trayecto fue a ensayo y error, arriesgar y probar. Pero ideas no nos faltaban. Éramos una banda con muchas aristas que teníamos un rock humorístico según las crónicas de la época y era cierto, por esa acidez en la forma de criticar a la sociedad. Nos armamos con idas y vueltas. Recién en 1996, cuando consolidamos el tercer disco (Don Leopardo) nos liberamos de preconceptos a la cumbia, el candombe y la murga, que surgía con espontaneidad en nosotros. Entonces, hicimos canciones que fueron la ruptura para nuestros propios estamentos (Yo tomo, La murguita del sur y otros temas) que de alguna manera tuvimos una refundación de la banda con "Libertinaje". Ese disco fue explosivo, gracias a Gustavo Santaollala que lo produjo, nos empujó directamente a la popularidad.
– ¿Esto les dio la pauta de lo que cuesta constituir una identidad?
– Es realmente difícil. Hay bandas que nacían con una identidad bien definida, como Memphis La Blusera o Los Ratones Paranoicos. Pero en nosotros hubo una enorme búsqueda de muchos años y con el tiempo, nuestra personalidad empezó a definirse a partir de la variedad. Somos muy difíciles de definirnos por un estilo, somos una banda rara que se permitió todo, a hacer cualquier ritmo que nos viniera en gana o que nos saliera desde cualquier abordaje.
– Ante la salida de Cordera ¿cómo viviste todo ese proceso de reconversión?
– Fue duro. La banda se paralizó dos años. Algunos lo vieron como algo sorpresivo, yo estoy del lado de que era previsible. Lo lamentable, fue cómo sucedió. Las partidas siempre son dolorosas. Pero me hubiera gustado que haya sido más frontal y más claro. En ese tiempo cada uno tenía proyectos por separado, pero con los chicos nos pusimos a discutir y pensar en La Bersuit sin Gustavo. Eso fue todo un desafío.
"30 años de rock es mucho tiempo y el cuerpo pasa su factura. Pero fui trabajando mi mente para no caerme y mantenerme fuerte ante aquellos retos que te planta la vida", Juan Subirá.
– ¿Sentiste que la banda se desmoronaba?
– Sí, fue muy complejo. Gustavo era el frontman y la cara más conocida y comunicativa de la banda con el público. Aunque siempre tenemos varias voces cantantes como Cóndor y Daniel. Estuvimos dispuestos a asumir los riesgos. La terapia grupal nos sirvió para analizar lo que nos pasaba en el camino, fue una manera de poder tratar muchas cosas internas y fue positivo para encontrar un espacio y así exponerlas.
– También asumieron otros compromisos sociales fuera del escenario, más allá de un recital. ¿Por qué?
– Históricamente siempre fuimos una banda comprometida con muchas causas sociales y políticas. Tocamos para Madres, Abuelas e H.I.J.O.S., para la Correpi y estuvimos al frente por el asesinato de Walter Bulacio. El cambio sustancial que tuvimos en la última etapa fue vernos identificados con el gobierno de Néstor y de Cristina. Fue algo que nunca nos había pasado antes en ningún otro momento. Fue toda una novedad siendo que nosotros fuimos una banda que siempre tenía su crítica política. Era más fácil estar en la vereda opuesta de oponerse a todo, pero nos parecía que sería una posición muy hipócrita pararnos en ese lugar. Eran gobiernos que estaban dando un montón de respuestas a causas que veníamos reclamando desde hace mucho tiempo. Ese recordado discurso en la Esma de Néstor ante los militares y cuando hizo bajar los cuadros de los dictadores y genocidas, fue algo muy fuerte y muy nuevo que nos interpelaba.
– ¿Recibieron críticas por eso?
– Nos costó muchos cuestionamientos de gente que iba a escucharnos. Lógicamente, mucha gente seguidora se sintió mal por eso y algo traicionada. Pero me pareció que fue necesario hacerlo cuando estas cosas pasan, lo peor hubiera sido estar en lugar de comodidad y ser el eterno niño rebelde. Eso sería muy chot… y falso.
– ¿El paso del tiempo te hace sentir más viejo para aguantar las giras?
– 30 años de rock es mucho tiempo y el cuerpo pasa su factura. Pero fui trabajando mi mente para no caerme y mantenerme fuerte ante aquellos retos que te planta la vida. Cuando era más joven miraba la vida desde otro lugar, me parecía muy lejano tener 44 años y ahora los disfruto con mis hijos adolescentes, veo cómo hacen su música y los acompaño, les pongo muchas fichas a su crecimiento. Eso influye después a la hora de contar nuevas historias y componer canciones.