Los miembros del Mozarteum Argentino filial San Juan chocaron las copas por el cierre de una temporada exitosa con metas cumplidas. El presidente, Carlos Fagale hizo un repaso de lo trabajado a lo largo del 2011 con un balance muy satisfactorio: "tuvimos la presencia de orquestas de cámara de Chile, importantes referentes de la música popular como el Sexteto Mayor, los mayores exponentes del tango en el mundo. También disfrutamos de Rodolfo Mederos, un artista emblemático. Realmente, haber culminado con 29 temporadas demuestra la aceptación que tiene la institución en la sociedad. Lograr que 500 sanjuaninos concurran habitualmente a espectáculos de altísimo nivel musical, habla de un crecimiento cultural en todos los sentidos de nuestro medio’, manifestó Fagale, quien adelantó tener preparada la nueva temporada número 30. Sin embargo, dejó entrever que sería la última temporada de abono y que dejaría de estar al frente de la institución.
En la novena y última función del año, el Auditorio Juan Victoria se vistió elegantemente de coloridas luces violetas y azules. La gala que se desarrolló en la noche del lunes tuvo una distinguida concurrencia de público habitué a los conciertos. Esta vez, quien colocó el broche de oro para la 29ª temporada del Mozarteum fue la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas dirigida por el maestro Rodolfo Saglimbeni incluyendo a la actuación estelar del solista en violín Alexis Cárdenas.
Notas de alto vuelo
En su cuarta gira internacional, la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas brindó un concierto que dejó recuerdos imborrables en la memoria de más de 500 espectadores en la sala del auditorio. El maestro Saglimbeni abrió el repertorio con la suite sinfónica Santa Cruz de Pacairigua. La energía interpretativa de los más de 200 músicos en escena explotó los sentidos cuando ejecutaron esta pieza escrita por Evencio Castellanos. Después entró en acción el violín de Alexis Cárdenas con el opus 35 en Re mayor de Thaikovsky. Los escuchas quedaron maravillados por la destreza del solista venezolano. Hasta los mozos del servicio de catering ingresaron a la sala para no perderse el placer de escuchar la sinfónica. Al final de la noche, los músicos inundaron el espacio con ritmos caribeños convirtiendo así la velada en una verdadera fiesta musical. El aire de solemnidad se desvaneció y los músicos de la orquesta rompieron las caderas moviéndose al son de Alma llanera, un merengue y un cha cha cha cuyas melodías animaron a los espectadores levantarse de sus butacas para bailar.

