Dirigió con autoridad y pura energía. Con la batuta en su poder, el maestro Juan José García Caffi, les pedía a los músicos una entrega total al expresar en el vaivén de sus manos, la intensidad de las melodías que lo atravesaban en el cuerpo. Esa comunión que sentía con la Orquesta Sinfónica, la supo transmitir al público -que colmó la sala- en el concierto gratuito celebrado anoche en el Auditorio Juan Victoria. La suite de "Tango Sinfónico" tuvo un impacto abrumador en los espectadores que agradecían con aplausos una y otra vez de manera constante en cada pasaje del encuentro. Al tratarse de un estreno internacional, la propuesta del director argentino-español gustó no solo por la calidad interpretativa, sino por la selección del repertorio y la originalidad en los arreglos. El maestro abrió la noche con "Libertango", pero después, entró de lleno a las "Estaciones Porteñas" de Piazzolla. La orquesta en casi su plenitud instrumental (desde todas las cuerdas, el arpa, toda la línea de metales, vientos de madera, piano, timbales y otras percusiones) sonó con una exigencia superlativa y muy cuidada. Tratandose de la música de Astor, fue extraña la ausencia de un bandoneón -puesto que el espectáculo estaba determinado de esa manera- y pese a ello, resultó una invitación interesante para escuchar las estaciones desde otro lugar y con otra semblanza. El propio director lo puso en relieve al momento de interactuar con las violas y los violines, en contraste con la percusión en sus distintas formas y los contrabajos. La variación de ritmos y tonalidades en cada pieza, hacían del concierto muy entretenido. Al terminar con las estaciones, no hubo pausas y continuaron "Cambalache", "Nostalgias" y varias obras maestras históricas del tango, que de la mano de Caffi, sonaban como piezas de música clásica universal a toda potencia. Tanto director como orquesta, impregnaron el concierto de una contundente identidad que reflejó lo mejor de la música argentina.