Cuando un conjunto popular y exitoso como Sabroso visita la provincia, se potencia en la atmósfera un impiadoso éxtasis femenino que invade el aire y contagia el agite a sus seguidores masculinos. Esa revolución de fanatismo volvió a vivirse la noche del jueves último, con un nuevo recital de la numerosa banda cordobesa en Hugo. Con entradas vorazmente agotadas con anticipación y mucha gente que quedó sin poder entrar (desde la tarde ya había una larga cola en la vereda), tal fue la cantidad de público que atestó las instalaciones que tuvo que ser controlado por un riguroso operativo de seguridad afuera y adentro del boliche; y también contenido por firmes vallas delimitantes.

Mientras los fans aguardaban que se abrieran las puertas de ingreso, y a modo de "tentempié", comían panchos y hamburguesas y calmaban su sed con refrescantes (y calientes) vasos de cerveza. Era la manera de sobrellevar la espera y el calor de la noche, acrecentado por la muchedumbre. A la par, y con astucia oportuna, los vendedores ambulantes agotaban su mercadería, incluido el merchandising ilegal del combo; y así muchos sanjuaninos lucieron las "sabrosas" remeras durante el show.

Cuando la gente ingresó al boliche, el grupo local Swing precalentaba la noche con música tropical, bien recibida por la popu. Paralelamente, los Sabroso arribaban al predio por la puerta lateral para evitar acoso; y ni bien se bajaron, los 15 músicos (faltó un integrante por enfermedad) con sus instrumentos, ataviados con chalecos de estampado escocés, remeras blancas y jeans color hueso, fueron guiados al camarín. Allí, el catering de bienvenida incluía varios packs de agua mineral, gaseosas, bebidas energizantes, completos lomitos, botellas de fernet y gélido champagne. Mientras el combo sanjuanino estaba a punto de terminar su recital, el backstage mostraba a los Sabrosos chequeando vestuario, afinando guitarras, precalentando trompetas y saxo, revisando todos los detalles para subir al escenario en perfectas condiciones.

"No ensayamos demasiado antes de subir porque ya tenemos incorporado el ritmo de trabajo, pero sí queremos que el sonido salga perfecto", dijo Leo Settembrini, el tecladista.

Durante toda la noche, el público no paró de ingerir cerveza, vinos espumantes (de los económicos), fernet y la gran "vedette" de la noche, el "balde de vino" de 2 litros y medio. Los excesos tuvieron a sus primeros damnificados apenas comenzaba a andar el día viernes (dos chicos y una chica), pero veloces, los paramédicos que prestaban servicio en la parte trasera del predio, los atendieron y todo quedó en anécdota (una situación frecuente en este tipo de recitales, según comentaron).

Finalmente, cerca de la una de la madrugada y ante el delirio de la multitud, un presentador salió a pedir "manos arriba" para anunciar la presencia de Sabroso. Las 6 nítidas pantallas gigantes del boliche, una platea abarrotada de celulares y cámaras sacando fotos (los flashes fueron un verdadero montaje de luces paralelo) y gritos desaforados, fueron la postal que comenzó a vibrar al ritmo de "Me compartiría", la primera canción de la noche. En total, fueron casi 50 temas comprimidos en un "medley" que recorrió todos los éxitos de la banda cuartetera. La gente no paró de corear de principio a fin y el show se prolongó hasta las 5 de la madrugada (aunque las ganas de continuar no tenían horario). La propuesta colmó las expectativas colectivas y con esa satisfacción, Sabroso hizo bailar a los sanjuaninos sin parar y -una vez más- demostró su extraordinario poder de convocatoria, también en estas tierras.